El majestuoso cráter del volcán de San Antonio es uno de los iconos de la geografía de Fuencaliente de La Palma y de los atractivos singulares de la naturaleza geológica de la isla. Un cráter espectacular, tradicionalmente asociado a la erupción de 1677, la misma que sepultó el manantial de la Fuente Santa.
Sin embargo, un equipo de científicos españoles, franceses y británicos, entre los que figuraba el entonces director de Vulcanología del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiológicos de Canarias y eminente científico, el profesor Juan Carlos Carracedo, descubrió en el transcurso de un estudio realizado entre 1993 y 1996 sobre la dorsal de la Cumbre Vieja, que el extraordinario cono volcánico de San Antonio, tradicionalmente asociado a la erupción de 1677, como se ha recogido en la bibliografía histórica, presenta fases eruptivas de energía relativamente elevadas.
El estudio geológico y el análisis y la reinterpretación de los relatos de la época indican que el volcán San Antonio es, en realidad, un aparato volcánico preexistente, relacionado con algún episodio eruptivo de varios miles de años de antigüedad.
Este importante descubrimiento científico, constatado a través de dataciones radiométricas realizadas por el método del carbono 14 y potasio argo, introdujo un cambio significativo en la historia vulcanológica de La Palma.
El estudio fue publicado en la “Revista de Estudios Geológicos” y presentado a la comunidad científica mundial en el Congreso Internacional de Vulcanología celebrado en septiembre de 1997 en Puerto de Naos (Los Llanos de Aridane) y en otro congreso posterior celebrado en Méjico.
La erupción de 1677 o volcán de Fuencaliente fue de baja magnitud y está formada por pequeños centros eruptivos estrombolianos y conos alineados de escorias. El volumen de lavas emitidas se estima en unos 75-125 x 106 m3 y cubre una extensión de aproximadamente 4,5 x 106 m2, de los cuales 1,6 x 106 m2 son terrenos ganados al mar.[1]
La revisión de esta erupción es importante para el conocimiento del volcanismo reciente de La Palma y para la correcta definición del riesgo volcánico en la isla. Dicho volcán abrió un pequeño cráter por encima del volcán de San Antonio, por el que arrojó materiales incandescentes y cenizas, mientras que la lava salió por una fisura que rompió por la base del edificio volcánico de San Antonio, circunstancia frecuente en La Palma, lo que pudo crear la confusión popular, como explica el profesor Juan Carlos Carracedo.
La citada erupción produjo la plataforma sobre la costa de Fuencaliente, actualmente cubierta por los cultivos de plataneras y levantó una montaña de menor magnitud, apoyada en la base del volcán de San Antonio por su parte alta, hoy convertida en aparcamiento, centro de visitantes y acceso para el recorrido por el borde del singular cráter.
El profesor Juan Carlos Carracedo matiza, no obstante, que este descubrimiento “no es el más interesante del estudio realizado sobre la dorsal de Cumbre Vieja, que ha revelado nuevos datos sobre su origen y evolución” y reconoció la importancia que tiene para la historia orográfica de la Isla y el “alcance y trascendencia para la población”.[2]
Aunque considerada de escasa magnitud, y además de sepultar la Fuente Santa, la erupción de 1677 causó daños de cierta importancia como recogen las crónicas de la época, provocando el desplome de la espadaña de la iglesia de San Antonio abad debido a los continuos movimientos sísmicos, así como la desaparición de un grupo de casas algunas de las cuales se encontraban en las proximidades del Roque Teneguía y que fueron sepultadas por las cenizas y escorias que vomitaba el volcán.
No obstante, atendiendo a lo expuesto en el trabajo científico de Carracedo et al, la erupción que produjo el extraordinario cono volcánico de San Antonio corresponde a un volcán de tipo freatomagmático, en el que entra el agua del mar y arroja enormes piedras en un área de kilómetros a la redonda.
Con este descubrimiento, el volcán de San Antonio deja de ser uno de los volcanes históricos de la isla, incluido en el grupo que engloba las erupciones posteriores a la conquista de La Palma. No obstante, el citado científico aboga que se mantenga el nombre de San Antonio para este magnífico cráter y propuso que la erupción de 1677 sea denominada volcán de Fuencaliente.
Otros datos que avalan el descubrimiento del error histórico sobre el volcán de San Antonio figuran en un informe realizado por el ingeniero cremonés Leonardo Torriani en 1585, coincidiendo con la erupción del volcán de Tihuya, en el que traza un rudimentario mapa volcanológico y aparece el cono del volcán de San Antonio. Además, la presencia de lavas de una erupción en lo alto del caserío de La Fajana, en Fuencaliente, datadas en unos 3.500 años de antigüedad, bordean también la base del edificio volcánico de San Antonio, lo que viene a ratificar que ya estaba mucho antes de 1677.
Así, pues, la erupción del volcán de Fuencaliente correspondiente al siglo XVII estuvo en actividad durante 66 días, es decir, desde el 17 de noviembre de 1677 hasta el 21 de enero de 1678.
Notas
[1] Carracedo et al. (1996). The 1677 eruption of La Palma, Canary Islands. Revista de Estudios Geológicos nº 52. pp. 103-114. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid.
[2] Diario de Avisos, 18 de octubre de 1996.
Bibliografia:
Díaz Lorenzo, Juan Carlos (2021). Malpaís de Fuencaliente, Cincuentenario del volcán Teneguía, pp. 143-145. Parlamento de Canarias, Cabildo Insular de La Palma y otros. Santa Cruz de Tenerife.
Fotos: Rodrigo Rodríguez Palacios para puentedemando.com