La línea Canarias-Madeira-Portimao, una deuda pendiente

La línea Madeira-Portimao, con su extensión desde Canarias, ha demostrado una realidad tangible y unas posibilidades de futuro y ha puesto de manifiesto que también es viable en el tiempo. Viable con el necesario apoyo económico de la Unión Europea y de las instituciones y entidades implicadas, de modo que una actuación clara y precisa en esa dirección conllevaría innegables ventajas para el mejor desarrollo y proyección de futuro de un archipiélago. Es el caso de las islas de Madeira y Porto Santo, que anhelan, justificadamente, no solo una sensible mejora del transporte marítimo con el continente utilizando para ello un buque tipo ferry, sino también una idónea vertebración y cohesión en el conjunto de la Macaronesia.
No es hora de mirar atrás ni de refrescar la memoria de lo que pudo haber sido y no fue por las actitudes mezquinas que en otro tiempo lastraron un proyecto realista y ambicioso, sino de avanzar con agilidad pensando en el futuro a corto y medio plazo. Actitudes del pasado no resuelven situaciones del presente y en todo caso conducen al inmovilismo. Madeira, lo mismo que Azores y Cabo Verde, necesitan fortalecer sus comunicaciones marítimas con tierra firme y en ese empeño Europa tiene la obligación de liderar las iniciativas correspondientes, pues tiene mucho que decir y debe potenciar y preocuparse más por las capacidades de los territorios insulares, generando la apertura de unas autopistas marítimas que, con orden y concierto, favorezcan una mejor proyección en el espacio atlántico.
El ejemplo de Canarias resulta suficientemente ilustrativo. Canarias goza de una situación bien diferente y sería inaudito que solo tuviera una línea marítima regular de ferry con la Península en los meses de verano. En ese sentido, tanto en las líneas interinsulares como en las de carácter nacional sean de carga y/o pasaje, reflejan una posición realista que pone de manifiesto cual es la importancia del transporte marítimo y como ello repercute en una mejor calidad de vida. Del mismo modo que en Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla ha sido posible alcanzar el 75% de descuento para los residentes en un ejercicio de voluntad y astucia política, ese modelo también sería perfectamente aplicable en Madeira.
Azores y Cabo Verde no tienen ese modelo de conexión marítima y Madeira ha conseguido tres meses de línea regular en verano con el puerto de Portimao, cuyo último viaje se produjo esta semana, como si de un premio especial se tratase, cuando en realidad obedece a una necesidad incontestable. Ha quedado demostrado el éxito de la línea y las excelencias del barco que la ha cubierto. La continuidad del eje Canarias-Madeira-Portugal depende exclusivamente de la voluntad política en un escenario donde impere la libre competencia. De ahí que insistamos en que, con proyección de futuro y pensando en el bien común del pueblo de Madeira, se aborde sin demora una oportunidad histórica que no admite mayor dilación para acercar definitivamente a los insulares con el continente al que pertenecen. Cuando las puertas se abren, se generan nuevas posibilidades, de ahí que reclamemos la necesaria altura de miras y la voluntad para cohesionar una región con la inclusión de Canarias, en un triángulo de comunicación marítima regular que ya ha demostrado su viabilidad social y operativa.
En ese sentido apelamos al compromiso de una clase política que se sienta meridianamente comprometida con su tierra, sea cual sea su condición y la opción que represente. Cuando se trata del bien común, solo hay una dirección posible y del mismo modo que pone empeño en otros proyectos y consigue sacarlos adelante, demuestre su querencia auténtica por la tierra donde ha nacido, especialmente en el caso de Madeira, de modo que esfuerzo y consenso se den la mano y logre con dedicación y trabajo y el necesario apoyo de la UE, una región bien comunicada que sea referente y un modelo de excelencia. Un acercamiento real y efectivo mediante la apertura de una autopista marítima permanente entre ambos archipiélagos con entrada y salida a través del país lusitano, cuyas posibilidades son inmensas y con ello se conseguiría fortalecer, además, una Europa mejor, más grande y también más solidaria.
Foto: Juan Carlos Díaz Lorenzo