Con 45 años de vida marinera sobre sus cuadernas, el 22 de abril de 2010 arribó a Aliaga, Turquía, el buque «Edro I», para su desguace a manos del personal de la factoría Avsar Gemi Sokum. Entonces figuraba como propiedad de la sociedad Edro ShPK, vinculada a intereses de Albania, aunque estaba abanderado en Sierra Leona. Viendo su estampa marinera y revisando su historial, apreciamos que se trata de un buque de construcción española: «Monte Cinco», último de una serie de igual número de unidades contratados por Naviera Aznar en el astillero de la S.A. Juliana Constructora Gijonesa.
De los cinco buques, los que inicialmente iban a llamarse «Monte Tres» y «Monte Cuatro» navegaron con la contraseña de Aznar con los nombres de «Monte Berretín» y «Monte Balerdi», mientras que los buques «Monte Uno» y «Monte Dos» salieron a navegar con los nuevos nombres de «Puerto de Pasajes» y «Puerto de Amberes» y el buque «Monte Cinco» lo hizo como tal, enarbolando la contraseña de la compañía Vasco-Gaditana de Navegación.
Construcción número 141 del citado astillero gijonés, fue botado el 23 de octubre de 1964 y entró en servicio en junio de 1965. Era un buque de 1.133 toneladas brutas, 698 netas y 1.930 de peso muerto, siendo sus principales dimensiones 74,71 metros de eslora total –69,47 m de eslora entre perpendiculares–, 10,75 m de manga, 5,80 m de puntal y 5,36 m de calado. Capacidad: 2.483 metros cúbicos (dos bodegas). Propulsado por un motor MAN –fabricado bajo licencia en los talleres de la Compañía Euskalduna, en Bilbao–, de 1.230 caballos de potencia y 14 nudos de velocidad. Código IMO 6500210.
En enero de 1968 el buque «Monte Cinco» pasó a la titularidad de Naviera Asón, de Santander, y en julio de 1971 recibió el nuevo nombre de «Patricio», renombrado en honor de Patricio de Satrústegui, presidente de Hullera Española y consejero de la citada naviera. La idea inicial era transformarlo en buque-tanque, lo cual, a la vista de las limitaciones operativas que demostró el barco desde su adquisición por sus nuevos propietarios, desaconsejó tal operación.
Ricardo Álvarez Blanco, en su libro Los barcos de Pérez y Cía., dice de los barcos de esta serie que “no fueron bonitos; eran cortos de castillo y con un palo trinquete situado demasiado a proa y presentaban un aspecto desproporcionado […], demostraron no ser muy adecuados para navegar cargados hasta sus marcas, pues embarcaban mucha agua, incluso con poca mar, su velocidad era muy corta y la estabilidad muy, muy pobre”.[1]
El barco estuvo dedicado a tráficos “tramp” y, sobre todo, al transporte de graneles. En uno de estos viajes, al mando del capitán Layo Gorrín Benítez, natural de Los Silos (Tenerife), salió de Sevilla el 13 de agosto de 1975 cargado de cemento en sacos con destino a Nigeria. Arribó a Las Palmas de Gran Canaria para repostar combustible, víveres y pertrechos y llegó al fondeadero de Lagos a finales del citado mes, iniciándose una larga espera en la que consumió sus víveres. Suerte que el vapor «Alfonso», de su misma contraseña, se encontraba también fondeado en la zona y les pudo pasar agua y alimentos a finales de noviembre.
Como quiera que la situación se prolongaba más de lo previsto, y no le permitían repostar en puertos nigerianos, el capitán del buque «Patricio» pidió permiso a la Autoridad Portuaria de Lagos, a fin de no perder el turno de descarga, y salió el 26 de diciembre del citado año para Lomé, capital de Togo, a donde arribó dos días después a cuatro nudos de velocidad “y unas barbas como una mejillonera”[2]. A la vuelta al fondeadero varó levemente en un banco de arena, aprovechando la ocasión para limpiar fondos, después de que el capitán, que es submarinista, reconociera el casco, sin que se apreciara daño alguno.
Por fin, el 15 de febrero de 1976 recibió la orden de descargar en Calabar, a donde consiguió llegar con unas fotocopias de la carta del río que le pasó el capitán de otro barco, navegando de día y sin práctico hasta que arribó al puerto de descarga, donde permaneció 20 días, tiempo que aprovecho la tripulación para cortarle las barbas por el sistema tradicional. El relleno de combustible se efectuó por medio de bidones y a mediados de marzo inició el viaje de regreso.[3]
En octubre de 1977, innecesario para los servicios de la naviera santanderina, fue vendido a armadores extranjeros y, a partir de entonces transcurrirían nada menos que 32 largos años, en los que el buque de esta historia navegó con los siguientes nombres: «Hellinora» (1977-1989), «Nikolaos H» (1989-1996), «Suna 3» (1996-2005) y «Edro I» (2005-2010).
Notas:
[1] Álvarez Blanco, Ricardo. Los barcos de Pérez y Cía. pp-83-90. Ed. del autor. Santander, 2001.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
Foto: FotoFlite