La crisis de Ryanair tiene una penosa segunda parte. Nos da la impresión, a priori, de que el problema planteado tiene un alcance mucho mayor de lo que a simple vista parece. Quizás, si hubieran dicho la verdad desde el principio es probable que se hubieran ahorrado más de un disgusto. Según dice la compañía, a los dos mil vuelos cancelados hasta finales de octubre próximo, habrá que agregar otros 18.000 más en la temporada de invierno, que afectan a 34 rutas y la nada despreciable cifra de 400.000 pasajeros. Con esta medida, la aerolínea irlandesa trata de eliminar el riesgo de que puedan producirse más cancelaciones.
Y todo ello por un supuesto fallo en el cuadrante de las vacaciones de los pilotos. ¿Será verdad? ¿O tiene algo que ver la desbandada de pilotos mejor pagados y mejor tratados hacia otras compañías? Dice Ryanair que la reducción de vuelos programada entre el 17 de noviembre y el 18 de marzo de 2018, afectará a 25 de los 400 aviones de su flota. ¿Oferta sobredimensionada? ¿Crecimiento desmesurado? Ryanair echa mano de las estadísticas para minimizar el impacto de su desafortunada gestión, que en su volumen no tiene precedente, pero el daño ya está hecho.
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