La icónica farola del mar, fuente de inspiración en el imaginario colectivo de Santa Cruz de Tenerife, se encendió por primera vez el 31 de diciembre de 1863. Aquel fue uno de los grandes fastos de la historia portuaria de la entonces capital de Canarias, en una época de muchos barcos abrigados al resguardo de Anaga, en el decir marinero del inolvidable amigo y maestro Juan Antonio Padrón Albornoz.
En la imagen tomada desde los muros del castillo de San Cristóbal y procedente de una placa de cristal de José Teno Pérez Cruz posterior a 1887, vemos a la grúa Titán I, que comenzó su andadura en 1887, trabajando en las obras de ampliación del entones incipiente muelle sur del puerto de Santa Cruz de Tenerife, como bien señala Francisco Luis Yanes Aulestia.
Concluida su misión en 1954, permaneció en su emplazamiento hasta 1976 y después de varios años de aparente abandono en los almacenes de la Junta de Obras del Puerto en el acceso al barrio de La Alegría, la emblemática farola del mar revivió su protagonismo en el puerto y la ciudad marinera de Santa Cruz de Tenerife en tiempos de la presidencia de Francisco Trujillo, formando parte de lo que se llamó “el rincón portuario”, aunque sería Pedro Anatael Meneses Roqué quien le daría mayor empaque al posicionarla en su actual emplazamiento, junto a la marquesina, después de varios cambios de ubicación debido a las obras del muelle de enlace.
Foto: placa archivo de José Teno Pérez Cruz vía Miguel Bravo