Esta vista parcial de Santa Cruz de Tenerife a mediados de noviembre de 1930 nos hace comprender cómo y cuánto ha evolucionado el urbanismo de la ciudad marinera que entonces se abría a la mar, pues la mar era parte importante de su sustento y de su prestigio. La fecha es precisa por cuanto se encuentra atracado en el arranque del muelle sur el petrolero auxiliar británico “Oleander”, que trajo el primer cargamento de petróleo crudo desde Aruba para la refinería de CEPSA, que sería inaugurada unos días después, el 27 de noviembre del citado año.
La imagen interesantísima y nítida nos muestra el solar que ocupa el parque García Sanabria en sus inicios, que con tanta enjundia investigó el cronista oficial Luis Cola Benítez. Una obra de vital trascendencia en el urbanismo de la ciudad fruto de una decisión de calado y acierto de quienes tenían la responsabilidad municipal y que constituye el primer pulmón de la ciudad. Aparecen las Casas Amarillas, el torreón de la luz situado en la esquina de las calles Méndez Núñez y Doctor Naveiras y en primer plano el local sin revestir que sería sede del Cine Numancia. El palacete de la esquina permanece en su posición privilegiada como testigo del paso del tiempo.
El puerto de Santa Cruz de Tenerife –que lo era entonces de la isla toda– vivía la época de muchos barcos y poco muelle, como escribía el siempre bien recordado maestro y amigo Juan Antonio Padrón Albornoz. La línea de atraque del muelle sur está al completo y así estuvo durante mucho tiempo, afianzando su posición estratégica desde que la refinería comenzó a suministrar combustible líquido a través de una sencilla red de tuberías. Este paso importante supuso el final de otra época, la del puerto tinerfeño como estación carbonera en el Atlántico, en la que hacían escala los barcos que cruzaban los infinitos caminos de la mar en sus viajes de ida y vuelta entre Europa, América y África.
Foto: vía Miguel Bravo