La dilatada vida aeronáutica del segundo Fokker F-27 de Iberia

A la historia del aeropuerto de Melilla pertenece esta imagen de Antonio Camarasa, en la que vemos al legendario Fokker F-27 de la gran Iberia, aquella extraordinaria compañía que tanto nos enorgullecía dentro y fuera de España. Este modelo de avión, que tiene una impronta especial en Canarias y en otros aeropuertos de la Península, señaló el comienzo de una nueva etapa en el transporte aéreo doméstico que habría de prolongarse algo más de una década al servicio de Iberia, prolongándose en el tiempo operado por Transeuropa y AVIACO.
De los diez aviones Fokker F-27 Friendship que tuvo Iberia –ocho de ellos incorporados entre septiembre de 1967 y mayo de 1968 y los dos últimos en el primer trimestre de 1978–, el que vemos en la imagen es el segundo del primer grupo, matrícula EC-BMT “Río Tajo”, que causó alta el 28 de noviembre de 1967.
La profesionalidad de los pilotos del Fokker –tanto en la etapa de Iberia, como después en TransEuropa y AVIACO– se puso de manifiesto siempre, especialmente en aeropuertos difíciles como El Hierro, que entonces sólo tenía una pista de 1.050 m; Buenavista, en La Palma, considerado un portaaviones anclado en tierra y Los Estancos, en Fuerteventura. En aquellos años se produjo, además, una extraordinaria relación respetuosa y afectiva entre pasajeros y tripulantes, que eran considerados parte importante de la sociedad insular, a la que servían con dedicación y esmero y así fueron reconocidos en diversas ocasiones.
En enero de 1981 este avión pasó a TransEuropa, tras la adquisición de esta compañía por Iberia y en 1984 a AVIACO, operando en las líneas interinsulares de Canarias, entre otros escenarios. Estaba fuera de servicio cuando fue vendido a Cubana de Aviación, fueron llevados hasta el aeropuerto de La Habana haciendo escalas para repostar combustible e inscrito en la registro aeronáutico cubano con la matrícula CU-1287. De la instrucción de los pilotos cubanos se ocupó un equipo de comandantes de AVIACO, encabezado por Carlos Pérez Torres, que permaneció seis meses en Cuba. En agosto de 2001 el avión se vendió a Myamar National Airways (XY-AEU), país en que suponemos hace tiempo que finalizó su vida aeronáutica.
Foto: Antonio Camarasa