Durante mucho tiempo existió la creencia de que el primer volcán histórico de La Palma había sido la erupción de 1585. Los investigadores que han tratado este asunto han discutido mucho apoyándose en la interpretación de las fuentes documentales existentes. Sin embargo, desde 1982 el dilema está perfectamente aclarado y se puede precisar que han sido siete, y no seis, como se creía hasta entonces, las erupciones registradas en la isla en cinco siglos.
En el edificio volcánico de la Cumbre Vieja, llamado así en la voz popular aunque desde el punto de vista geológico es mucho más reciente que la Cumbre Nueva, se localizan los cráteres y las coladas lávicas de las erupciones correspondientes a los volcanes de Tacande (1470/1492), Tihuya (1585), Martín (1646), Fuencaliente (1677), El Charco (1712), San Juan (1949) y Teneguía (1971). Cuatro de ellos han ocurrido en el territorio que desde 1837 pertenece al municipio de Fuencaliente de La Palma.
En 1949, después de realizar un estudio sobre el estilo de las endechas a la muerte de Guillén Peraza[1], la investigadora tinerfeña María Rosa Alonso dijo que pertenecían al siglo XV y que el volcán al que se refería el historiador Abreu Galindo no podía ser del siglo XVI, sino otro anterior, con lo que habría existido otra erupción que no había sido oportunamente datada.
“Tus campos rompan tristes volcanes,
no vean placeres, sino pesares,
cubren tus flores los arenales…”
En su análisis, María Rosa Alonso, escribe:
“Para el método literario, un poeta del siglo XV no escribe como uno del XVII (…); en las endechas se habla de volcanes y los primeros volcanes históricos de La Palma databan de 1585 el inicial, pero el texto de Abreu me permitió afirmar que hubo otro volcán anterior, el que puede llamarse de Tacande y que, por lo que escribe el historiador, se produciría en torno a la fecha de la muerte de Guillén, o sea 1443, del que los palmeros antiguos en tiempo de la conquista (1493) daban fe”[2].
“La isla salta a ser desdicha mala… y después de negarle su nombre, el poeta pone a la isla bajo el puño férreo de la maldición. La maldición de aquella isla han sido los volcanes”[3].
La hipótesis de la profesora y escritora tinerfeña fue motivo de una controversia entre la comunidad científica, caso de Simón Benítez Padilla, que rechazó la fecha propuesta argumentando que no podía establecerse, por este método, la existencia de una erupción anterior a la conquista y que la teoría de tal endecha podía ser una invención del propio Abreu Galindo y que la citada composición poética se refiere al volcán de 1585.
Sin embargo, María Rosa Alonso perseveró en su empeño y para ello comparó las descripciones existentes utilizando datos morfológicos y topográficos, aportando nueva información donde apoyar su tesis, de modo que permitiera aclarar la fecha del supuesto volcán.
En la descripción que Leonardo Torriani hace en 1592 de la erupción acaecida en 1585, se refiere brevemente a otra anterior:
“Lo mismo se ve en la parte oeste-noroeste de la isla que parece haber sido llena de esta materia, por espacio de casi cinco millas, lo cual se ve por algunos montes que hay allí, cóncavos en su cumbre, como llenos de vorágines; y de allí se extienden ciertas líneas equidistantes, de media milla de ancho y ocho millas, poco más o menos, de largo, hasta llegar casi al mar. Estas bandas, apenas más altas que las partes sólidas, fueron echadas por el fuego fuera del vientre de aquellas montañas, y siguieron las partes más bajas y más pendientes, corriendo por ellas hasta la playa”[4].
Gaspar Frutuoso, en su obra Saudades da Terra, escrita en 1598, parece referirse a este mismo volcán, aunque no precisa fecha alguna:
“Todo lo que queda por la parte Noreste y Este es muy llano y son tierras de cereal y pasto por lo que a este lugar le llamaron Llanos que aquí en Azores designamos châos, el cual tendrá un espacio de legua y media de largo y una de ancho; limita por la parte Sur con el mar y va formando una punta hacia el Suroeste y acaba con unas tierras llanas también pero muy requemadas.
En estas últimas las lavas corrieron hasta el mar desde la cumbre por los Palos Hincados que se encuentran en el camino que va desde la Breña hacia el Oeste. Da miedo imaginar qué gran volcán debió haber originado aquel depósito de lava que se nos muestra, pues no se ha intentado explorar ninguna parte de él, y aunque vengan inundaciones no les hacen ninguna mella, y se extiende casi hasta el mar por más de legua y cuarto, como estaño, lo que hace que brille con el sol y en ese lugar por donde ha pasado esa lava ha surgido un cascajo menudo que dicen que procede de minerales que se enfrentaron entre sí, produciéndose una gran contienda natural, y se inflamaron y ardiendo salieron fuera por aquel lugar, que es pelado y estéril y no produce ni hierba ni árboles frutales”[5].
Abreu Galindo, en su relato escrito hacia 1592-1606, escribe:
“En el término de Tixuya está una montaña que llaman de Tacande, en la cual, en tiempo antiguo, parece hubo minero de azufre, como al presente lo hay en el Pico del Teyde, en la Isla de Tenerife, y que desde el pie de esta montaña corre por un valle hasta media legua de la mar cantidad de piedra que parece haber sido quemada y derretida, así en su color como en la forma que tiene; a la cual piedra llamaban los palmeros tacande, que quiere decir piedra quemada”.
“y que se vaciase esta montaña se colige en la forma que le quedó, como relox de arena que va pasando la hora, que queda por los lados alto y en el medio bajo: así quedó esta montaña, alta por los lados y en medio honda, y quebrada por aquella parte por donde corre la piedra quemada, que dicen malpaís; el qual es tan estéril y sin sustancia, que ni árbol ni yerba se da entre él en todo cuanto corrió, que es más de media legua”.
“Y dicen los antiguos palmeros que aquella montaña de Tacande, quando se derritió y corrió por aquel valle, era la más vistosa de árboles y fuentes que habían en esta isla, y que en este valle vivían muchos palmeros, los quales perecieron. Bien es verdad que en derecho de aquel malpaís derretido, dentro en la mar, se ve una mancha de agua dulce turbada, que parece que sale por debo del malpaís que aquel valle que se cegó”[6].
Viera y Clavijo, sin embargo, cita que en el cantón de Tihuya, que se extendía hasta la montaña de Tamanca,
“… había acontecido aquella desgracia, tan memorable para los palmenses, de haberse disuelto, por efecto de la erupción de un volcán, parte de la famosa montaña Tacande, que era el más fértil y delicioso terreno de la isla”[7].
George Glas, en 1764, escribe lo siguiente:
“… esta isla no ha sido perdonada por los volcanes, cuyos efectos aún pueden verse en casi todas las partes de ella, pues los cauces por donde la materia incendiada, los minerales en fusión y las piedras calcinadas corrieron, pueden todavía distinguirse fácilmente. De memoria de algunos de sus más antiguos habitantes vivos en 1750, uno de aquellos ríos encendidos bajó hacia la ciudad de Santa Cruz, y se vertió en el mar a cerca de una milla al norte de la ciudad”[8].
En 1982 se hicieron pruebas con Carbono 14 y el resultado para el citado volcán fue de una edad de 1.530 años, con una variación de +-60 años, situándose la fecha de la erupción entre 1470 y 1492, lo que dio la razón a María Rosa Alonso y, al mismo tiempo, puso de manifiesto que hasta entonces había existido una importante confusión en la fecha y la ubicación del primer volcanismo histórico de La Palma.
En cuanto a las fechas probables de la erupción, María Rosa Alonso estima que debió producirse en 1443 ó 1447 y Miguel Santiago[9], aunque mantiene sus dudas, piensa que pudo suceder entre 1430 y 1440. Los resultados de las pruebas del Carbono 14 la sitúan entre 1470 y 1492 y a tenor de las diferentes fuentes históricas, entre 1430 y 1440. Y Carmen Romero sostiene que, dado el alto valor documental que parecen haber demostrado las fuentes históricas, debe tomarse como fecha válida entre 1430 y 1440.
De tal modo que el denominado volcán de Tacande, identificado con el cráter de Montaña Quemada, era anterior a la conquista de la Isla y había sido sistemáticamente confundido con la erupción de 1585, y hasta entonces asociado a la erupción de 1712, poco documentada.
La colada lávica del volcán de Tacande no alcanzó el mar, pues se detuvo en el valle de Aridane, como se puede apreciar, en su recorrido desde el cráter de Montaña Quemada por tierras de El Paso hasta las proximidades del barrio de Triana. Desde el foco de emisión y su paso por los barrios altos del municipio, el curso de la lava se conserva prácticamente intacto, destacando en el paisaje por su color grisáceo característico.
Notas
[1] Alonso, María Rosa. El volcán de Tacande. Revista de Historia, nº 98-99. Págs. 238/239. Abril/septiembre 1952. Con anterioridad, y con motivo de la erupción del volcán de San Juan, la investigadora tinerfeña había publicado un trabajo titulado “Llorad las Damas: Imprecación a La Palma”, publicado en el periódico grancanario Falange (26 de agosto de 1949) y reproducido en La Tarde a principios de septiembre de 1949, siendo replicada por Simón Benítez Padilla en el periódico El Día (“El volcán de La Palma y el responso a Guillén Peraza”, 10 y 11 de septiembre de 1949).
[2] Op. cit.
[3] Alonso, María Rosa. Las endechas a la muerte de Guillén Peraza. Anuario de Estudios Atlánticos, nº 2. 1956.
[4] Torriani, Leonardo. Descripción de las Islas Canarias. Pág. 238. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1978.
[5] Frutuoso, Gaspar. Saudades da Terra. Trad. de E. Serra, J. Régulo y S. Pestana. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna, 1964. También, Leal Cruz, Pedro Nolasco. Gaspar Frutuoso. Descripción de las Islas Canarias. La Laguna, 2004.
[6] Abreu Galindo, fr. Juan. Historia de la conquista de las Siete Islas de Canarias. Edición crítica con introducción, notas e índice por Alejandro Cioranescu. Pág. 264/267. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1955.
[7] Viera y Clavijo, J. Noticias de la historia general de las Islas Canarias. Tomo I. Págs. 274/275. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1982.
[8] Glas, George. Descripción de las Islas Canarias 1764. Traducción de Constantino Aznar de Acevedo. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna, 1976.
[9] Santiago, Miguel. Los volcanes de La Palma (Islas Canarias). Separata de la revista “El Museo Canario”. Nº 75/76. Las Palmas, 1960.
Foto: José Javier Pérez Martín