Por navegación aérea entendemos, en líneas muy generales, el conjunto de técnicas y procedimientos que permiten conducir con toda eficiencia y seguridad a una aeronave desde que despega hasta que aterriza en el aeropuerto de destino. Está basada en la observación del cielo, el terreno y de los datos aportados por el instrumental de vuelo que, en los últimos años, ha desarrollado considerablemente el soporte electrónico, como apreciamos en las fotos de nuestro colaborador Rubén Cabrera Jiménez.
Dependiendo de si la aeronave necesita de instalaciones exteriores para poder guiarse, la navegación aérea se divide en dos tipos: autónoma y no autónoma. La primera es la que no necesita de infraestructura o información exterior para completar con éxito su vuelo. En este grupo se incluye la navegación observada, que está basada en la observación directa de las referencias en el terreno para que el piloto conozca la posición de la aeronave; la navegación a estima, en la que el piloto estima la posición conociendo la dirección y la velocidad respecto al terreno y la navegación por fijación de la posición, dividida a su vez en navegación aérea astronómica, navegación aérea Doppler y navegación aérea inercial (INS).

La navegación aérea no autónoma precisa de instalaciones exteriores para que un piloto y su avión puedan navegar. Es lo que conocemos como ayudas a la navegación o radioayudas, que son tres fundamentales dependiendo del tipo de información que transmiten, así como del canal a través del cual lo hacen: ayudas visuales al aterrizaje (señales visuales durante la fase de aterrizaje de la aeronave), radioayudas (señales radioeléctricas recibidas a bordo y emitidas desde instalaciones terrestres) y navegación por satélite.
Existe una normativa muy definida al respecto, en la que dependiendo de las condiciones mínimas de visibilidad, distancia de las nubes y del tipo de espacio aéreo por el que se vuela, hay dos conjuntos de reglas de obligado cumplimiento: vuelo visual (visibilidad mayor de 8 kilómetros y techo de nubes por encima de los 4.500 pies; y vuelo instrumental, en el que se opera mediante instrumentos al margen de las condiciones meteorológicas. La navegación aérea depende del control de tráfico aéreo, que dispone de instrumental, información y formación profesional de muy alto nivel.
Fotos: Rubén Cabrera Jiménez