La Casa Lonja de Sevilla, sede del Archivo General de Indias

Los mercaderes sevillanos acostumbraban a realizar sus transacciones comerciales en las gradas de la catedral, en el Patio de los Naranjos y en ocasiones, incluso, en el interior del templo cardenalicio. La falta de respeto y los abusos que implicaban estas actividades obligaron al Cabildo a tomar enérgicas medidas y al propio arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval, a imponer penas de excomunión. Para evitar tan lamentables hechos se solicitó del rey la construcción de un edificio que albergase las operaciones mercantiles, llegándose en 1572 al acuerdo definitivo.
Para la construcción de la Casa Lonja se eligió un lugar próximo a la catedral y el alcázar, ocupado por las Herrerías del Rey, parte de la Casa de la Moneda, el Hospital de las Tablas y unas casas propias del Cabildo eclesiástico. Con la expropiación de los mencionados edificios se sufragaron los gastos de las obras de la nueva planta, razón por la cual el Consulado de Cargadores a Indias estableció el llamado “impuesto de Lonja”, que gravaba todas las transacciones comerciales realizadas en la ciudad.
La antigua Casa Lonja es un edificio de planta cuadrada que presenta dos pisos y un amplio patio central de amplias proporciones, resuelto mediante arcos sujetados en los pilares con medias columnas de orden dórico. Los paramentos exteriores se modulan rítmicamente por medio de pilastras de escaso relieve, que contrastan con el color y textura del ladrillo utilizado en los espacios situados entre ellas. En los cuatro ángulos se aprecia un intento de torres, gracias al empleo de pilastras pareadas, pero sin que lleguen a romper la sensación de planismo, de superficie tersa que posee el conjunto. Una balaustrada con esferas y cuatro pirámides angulares constituyen el remate.
Por su monumentalidad y articulación, el patio se relaciona con el de los Evangelistas de El Escorial, si bien el orden del sevillano resulta algo más pesado. Las naves que componen las cuatro crujías de fachada están cubiertas con bóvedas vaídas, casetonadas en su mayoría y presentan algunos motivos decorativos de temas vegetales. Entre éstas y el patio se sitúan otras galerías más estrechas separadas por arcos fajones y cubiertas por bóvedas de arista.
Estéticamente el edificio sigue los postulados de la arquitectura cortesana madrileña. Se sabe que Juan de Herrera intervino trazando algunos planos, aunque la dirección de su construcción correspondió a Juan de Mijares. Desde 1589 actuó como maestro de obras Alonso de Vandelvira, quien a partir de 1600 ocupó el cargo de maestro mayor.
Desde dos años antes se comerciaba en la planta baja de la fachada norte, como señala una inscripción allí existente: “El católico y muy alto y poderoso don Pheliphe Segundo rey de las Españas mando hazer esta Lonja acosta de la Universidad de los Mercaderes, de la cual hizo administradores perpetuos al prior y consules de la dicha Universidad. Comenzóse a negociar en ella en 14 días del mes de Agosto de 1598 años”.
Sin embargo, el proceso constructivo aún no estaba concluido. Algunos de los rasgos más destacados del edificio, como las bóvedas vaídas del piso alto y las puertas que se abren en sus fachadas, fueron determinadas a partir de 1610 por el maestro mayor Miguel de Zumárraga. Dos años después se decidió la construcción de la denominada Cruz del Juramento, situada frente a la fachada septentrional del edificio.
Fue el mencionado arquitecto quien diseñó la bóveda de la monumental escalera e inició su construcción. Los trabajos fueron proseguidos por Juan Bernardo de Velasco, autor de las cuatro pirámides que rematan las esquinas del edificio, y Pedro Sánchez Falconete, que se ocupó del remate de las obras de la fábrica, finalizada a mediados del siglo XVII. La amplitud de los espacios y el escaso uso que se hizo del edificio explica que en 1660 se instalase en la planta alta la Academia de Pintura, presidida por Bartolomé Esteban Murillo.
En 1781 se inició otra etapa en la historia de la Lonja, cuando se decidió su reutilización para un nuevo cometido. Por decisión del ministro Juan José de Gálvez se reunió en ella toda la documentación que precisaba Juan Bautista Muñoz para escribir la Historia del Nuevo Mundo, que le había encargado el monarca Carlos III. A tal efecto inspeccionaron la Lonja el mencionado cosmógrafo y los arquitectos Lucas Cintora y Félix Caraza, con el fin de elaborar un riguroso proyecto de adaptación del edificio que incluía la redecoración de la escalera principal, la redistribución de las galerías y la ejecución de una serie de estanterías, proyectadas por Blas Molner y Francisco Rosales, para guardar los documentos.
De ese modo nació en 1785 el Archivo General de Indias, convertido en una de las principales instituciones culturales del mundo y el primer centro creado para reconstruir la historia partiendo de las fuentes documentales. Su importancia resulta bien conocida, pues constituye la memoria de todo el Nuevo Mundo hispano desde el Descubrimiento en 1492, hasta la emancipación de Cuba y Filipinas, a finales del siglo XIX. Conserva unos 43.000 legajos que suman unos 80 millones de páginas y unos ocho mil mapas y dibujos procedentes, en su mayor parte, de los organismos metropolitanos encargados de la administración de las colonias. Desde 1987, en unión de la Catedral y los Reales Alcázares, posee la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.






Bibliografía:
VV.AA. Guía artística de Sevilla y su provincia (I). Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004.
Fotografías: Anual, Eigenes Werk, Hispaloisy Superchilum
(*) Licenciado en Historia del Arte. Universidad de Santiago de Compostela.