Próxima al castillo de San Juan o castillo negro, en el litoral de Santa Cruz de Tenerife, se encuentra la Casa de la Pólvora, como es conocido el llamado también polvorín de Regla, por su proximidad a la ermita del citado nombre, situado en la actualidad junto al Parque Marítimo César Manrique, cercano al Auditorio de Tenerife y antaño en el antiguo Camino de Regla o del Calvario.
Se trata de un edificio de indudable interés patrimonial, además de único en su tipología, en la historia militar y defensiva de Santa Cruz de Tenerife. Es un interesante ejemplo de arquitectura de la segunda mitad del siglo XVIII, felizmente recuperado aunque con poco uso desde los tiempos de la alcaldía de Manuel Hermoso Rojas. En su permanente inquietud por los asuntos patrimoniales de la capital tinerfeña, el profesor Agustín Pedro Miranda Armas nos envía el plano que adjuntamos y que está disponible en la Biblioteca Virtual de Defensa.
Proyectado por el ingeniero militar Francisco La Pierre antes de su destino en Andalucía y obra dirigida, asimismo, por el ingeniero militar Francisco Gozar[1], se trata de una nave rectangular de 10 x 30 metros, cubierta con bóveda de medio cañón, cuyas obras se iniciaron en 1756 y estaban terminadas el 24 de mayo de 1758, con un costo de 6.000 pesos, en tiempos del comandante general el mariscal de campo Juan de Urbina.[2]
Unos años después, durante el mandato del comandante general Joaquín José Ibáñez Cuevas, marqués de la Cañada (1779-1784), sería construido un espaldón de resguardo que bordeaba el edificio con la finalidad de protegerlo del fuego enemigo, ocultarlo a la visión y la acción del mar, lo que sumaría otros 900 pesos.
José María Pinto y de la Rosa dice que el coronel Luis Marqueli “pretendía construir un polvorín en una finca llamada El Perú en las afueras de Santa Cruz por el poniente, pues juzgaba inadecuado el lugar de emplazamiento del existente por su proximidad a la costa, que lo convertía en un posible blanco de los disparos enemigos, y aun reconociendo su extraordinaria solidez, creía conveniente su sustitución”.[3]
El almacén proyectado en marzo de 1792 a que se refiere Pinto y de la Rosa tenía capacidad para dos mil quintales de pólvora y fue aprobado por la Junta General de Fortificación de Tenerife, aunque colisionó con el criterio del comandante general Antonio Gutiérrez, pues consideraba más urgente la reforma y ampliación de algunas baterías, como así sucedió en cumplimiento de reales órdenes de 17 de abril de 1789 y 3 de junio de 1792.[4]
Tiene una capacidad para almacenar 3.000 quintales de pólvora. Un informe de la Comandancia de Ingenieros de 10 de octubre de 1843 dice que “se conserva en él la pólvora perfectamente sin humedad no obstante su proximidad al mar, tiene pararrayos y éste y el almacén están en buen estado. Para cubrirlo de los fuegos del mar, se construyeron en dos de sus lados un grueso y elevado espaldón de tierra sostenido por dos gruesos muros que le sirven de cerca, siendo lo restante de ésta un simple muro de piedra y barro y de poca altura; y como el lado menor en que está la puerta y parte del S. estaban amenazando ruina, se levantó el año pasado desde cimiento toda la pared ruinosa y lo restante del lado mayor necesita igual reparación, levantándolo hasta la altura de lo nuevamente hecho. El terraplén del espaldón había tenido el asiento natural de las tierras y las aguas filtrándose por los muros habían desprendido su encalado exterior, por cuya razón se rellenó de tierras y después bien apisonadas, se empedró dándole bastante declive para que las lluvias derramen por los imbornales á la parte exterior, y se encalaron y encararon los muros en la parte que más lo necesitaban. El espacio entre la cerca y el almacén no estaba dispuesto para que pudiesen salir las aguas, y se regularizó el terreno con piedra á propósito para este sitio todo el camino que han de llevar las aguas hasta su salida por el imbornal”.[5]
Inscrito en el Registro de la Propiedad desde el 28 de septiembre de 1900, mediante real decreto de 20 de septiembre de 1926, el citado edificio se cedió al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, junto al castillo de San Cristóbal. Con el paso de los años quedó en el abandono en una zona de escasa salubridad y antes de su definitiva recuperación sirvió como almacén de coches abandonados.
El coronel Juan Tous Meliá afirma que “se trata de una obra singular, de indudable valor histórico y arquitectónico, posiblemente la que mejor se conserva en el mundo hispano; sin embargo, desde que dejó de tener utilidad para el Ejército, nunca ha tenido una función digna. Se encuentra cerrado casi a cal canto. Podría utilizarse para contar el nexo de unión entre la Carrera de Indias y Santa Cruz de Tenerife Plaza Fuerte”.[6]



Notas
[1] Destinado en Canarias entre 1756 y 1762, es el autor de la primera traza y proyecto de la iglesia matriz de la Concepción de La Orotava y autor, asimismo, del mapa titulado “Las Siete Yslas de Canarias”, entre otros.
[2] Entre otras iniciativas de este militar figura la construcción del Puente Zurita, que se realizó entre 1753 y 1754.
[3] Pinto y de la Rosa, p. 552.
[4] Ibídem, p. 555.
[5] Ibídem, p. 555.
[6] La Opinión de Tenerife, 12 de julio de 2010.
Fotos: Jerónimo Rodríguez Rosales, Biblioteca Virtual de Defensa (vía Agustín Pedro Miranda Armas) y Gilberto Alemán