Los años disfrutados nos hacen evocar ahora tantos momentos felices que son incontables en la relación cordial y afectuosa que hemos mantenido durante cuatro décadas con Joaquín Ruiz Rumeu, Quino, a quien conocimos siendo gerente de la Asociación Provincial de Consignatarios de Buques de Santa Cruz de Tenerife. Etapa que corresponde a una intensa actividad en la que la patronal tinerfeña tenía un notorio peso específico en la comunidad portuaria, pues aquellos eran otros tiempos y coincidió con el cambio de modelo de las relaciones laborales, es decir, la reforma portuaria, que tanto esfuerzo, trabajo y dedicación requirió por todas las partes implicadas.
Cerrada esta etapa compleja ejerció la dirección de empresas importadoras de automóviles (AUCASA e IMDICASA) y más tarde asumió el cargo de consejero delegado de la Sociedad de Fomento de Inversiones de Tenerife, una empresa pública del Cabildo Insular. Seguimos manteniendo, entonces, una relación frecuente y le recordamos anecdóticamente en los Carnavales siempre disfrazado y pintado de negro y solo reconocible por tener al lado a su mujer, Toya Guimerá.
Hace poco más de un mes, cuando el Honorable Cuerpo Consular que nos honramos en presidir despedía al comandante naval de Tenerife, capitán de fragata Pablo Dodero Martínez, en el Casino de Tenerife –a cuya junta directiva pertenecía– nos saludamos afectuosamente como siempre y el destino ha querido, sin saberlo, que aquella fuera la última vez en que apretamos nuestras manos.
Las palabras que siguen no son, en absoluto, tópicos de circunstancias de esta naturaleza triste. Joaquín era un caballero con mayúsculas y un hombre de bien en el más amplio sentido de la palabra. Era todo un gentleman en las formas, en la elegancia de su carácter y en su noble personalidad, con su timbre pausado, moderado y comedido, una gran humildad y modestia, además de una cultura inmensa. Y también determinado y enérgico cuando las circunstancias lo requerían.
Siempre le sentimos cercano, amable, ecuánime, afectuoso y considerado. Quien suscribe recuerda su insistencia para la publicación de nuestro primer libro, titulado “Cien años de vapores interinsulares canarios” (1989), que contó con su entusiasta respaldo y la colaboración de la entidad que dirigía, junto a la Asociación para la Promoción del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, una de las iniciativas fecundas de Pedro Anatael Meneses Roqué.
La memoria fértil de Joaquín Ruiz Rumeu siempre tendrá nuestro cariño, afecto, reconocimiento y gratitud. Y vaya nuestra sentida condolencia para su mujer Toya Guimerá y sus familiares y sus buenos amigos, que los tenía y muchos. Escribe José Manuel Padilla Barrera, bibliotecario del Casino, en un artículo publicado en el periódico “El Día”, que Joaquín “sabía que su corazón no funcionaba como debía, lo aceptó y vivió este último año disfrutando de cada segundo con su familia. Se puso en manos de Dios. Y Dios se lo ha llevado”.
Descanse en paz el querido y admirado amigo Quino.
Foto: cedida
1 comentario
Un artículo precioso digno para un caballero y entrañable que fue Quino. Graciaa por ser agradecido con estas palabras de reconocimiento sin duda merecidas