La memoria fértil desgrana en este día triste el rosario de los recuerdos y se remonta una década atrás, cuando tuvimos la satisfacción de conocer a Jesús Godoy Ballesteros, recién llegado a la isla de La Palma y nombrado inspector jefe de la comisaría de Policía Nacional. Un hombre dinámico y amable que, con el paso del tiempo, se convirtió en amigo entrañable. Esta mañana ha emprendido la singladura eterna, todavía muy joven, con apenas 56 años.
Jesús Godoy fue el paradigma del servidor del orden público, leal, honesto, sagaz, sutil, inteligente y muy capaz, en constante proceso de innovación y atento a todo lo que acontecía alrededor para garantizar el orden y el respeto. En su afán por estar lo más cercano posible a la ciudadanía, recordamos sus frecuentes intervenciones en la radio insular para hacer saber a las familias la problemática de las nuevas tecnologías de la comunicación, redes sociales, mensajería móvil, ciberacoso y bullying que sufren los más jóvenes.
Al frente de su equipo y en estrecha colaboración con la Guardia Civil y la Subdelegación del Gobierno se resolvieron casos delictivos sucedidos en la isla, algunos de notable importancia que están presentes en el imaginario colectivo. Afrontó situaciones delicadas con resuelta decisión y trabajó con denuedo para mantener la mejor convivencia ciudadana.
Jesús Godoy era, además, un hombre culto, interesado no sólo por todo lo que concernía a su profesión, sino también por el cine, la música, la historia, la arquitectura, el periodismo y el mundo vitivinícola y así le vimos vincularse a la Real Sociedad «La Cosmológica», a la que aportó su valía y su conocimiento. Recordamos, además, su especial vocación por todo lo que tenía que ver con el tristemente célebre trasatlántico “Titanic”, del que poseía conocimientos envidiables.
Pudo haber elegido otro destino profesional y, sin embargo, decidió quedarse en La Palma, tierra adoptiva a la que se entregó y amó con profundo desvelo y en la que desde hoy descansa para siempre. Honró al Cuerpo Nacional de Policía con su buen quehacer profesional y éste le distinguió con varias condecoraciones y reconocimientos y supo mantener cordiales y cuidadas relaciones con todos quienes tenían que ver con su trabajo. Buena muestra ha sido que en el tiempo en que ha estado hospitalizado, sus compañeros se han turnado para velar su profundo sueño.
Descanse en paz el apreciado y admirado amigo y leal servidor público.
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