Jesús “Chucho” Hernández García, in memoriam

Hace unos días, el pasado 2 de agosto, se han cumplido seis años de la silenciosa despedida terrenal del entrañable amigo y pariente Jesús “Chucho” Hernández García. En su día, cuando supimos la triste noticia, nos causó un hondo pesar y, al mismo tiempo, al desgranar el rosario de los recuerdos, la inmensa satisfacción de haberle conocido, tratado y tenerle entre nuestros amigos más apreciados.
Jesús nació en Los Llanos de Aridane en 1961 y allí transcurrió su infancia y parte de su juventud. Aunque desde hacía años residía en Las Palmas de Gran Canaria, donde también lo está su hermana Beatriz, sus visitas a su querida isla de La Palma eran frecuentes y constituían una ocasión propicia para disfrutar del encanto siempre especial que le producía el reencuentro con su tierra natal y, de manera muy especial, con el pueblo de Fuencaliente de La Palma.
Jesús era el tercero de los hijos de Pedro Hernández Torres y de su esposa Guadalupe García Meliá, valenciana, con quien contrajo matrimonio en 1952. El doctor Hernández Torres, licenciado en Medicina y Cirugía en 1949 por la Universidad de Valencia y fallecido en noviembre de 1988, fue un destacado médico nacido en 1921 en Fuencaliente de La Palma y con despacho a partir de 1950 en Los Llanos de Aridane.
Hombre de extraordinaria cultura, entregado al juramento de su profesión, cuya nobleza y humanidad se sigue recordando con singular admiración, el doctor Hernández Torres pertenecía al selecto grupo de médicos palmeros que enorgullecen el buen hacer a favor de de los demás –Manuel Morales, Amílcar Morera Bravo y Sarbelio Pérez Pulido, entre otros nombres destacados de su tiempo– e inculcó esos valores a sus hijos, que fueron criados en el afecto y el respeto, en el orden y la disciplina, en el querer y poder ser más y mejores personas en la vida.
De ahí, pues, que Chucho, como era llamado cariñosamente, tuviera buena cuna y una educación que le permitió disfrutar de su vida acendrado en su carácter de persona afable, cariñosa, afectiva, familiar, entrañable… un diplomático en toda regla, hábil, agudo, con una gran facilidad para hacer amigos y mantenerlos en el tiempo.
Jesús se nos fue en plena juventud, con 50 años recién cumplidos y quienes aquí seguimos y compartimos con él tantas vivencias, tantos abrazos y tantas sonrisas, como en los frecuentes encuentros en la casa de José Carlos Pérez Torres, en El Sauzal –otro amigo del alma, primer piloto de aviación nacido en Fuencaliente de La Palma, comandante de Aviaco e Iberia retirado–, le recordaremos siempre con el mejor afecto y la más profunda gratitud.
Un fuerte abrazo para el querido amigo y pariente que sigue vivo en la memoria fértil.

Fotos: José Carlos Pérez Torres