De la flota Fokker F-27 de Iberia sólo uno de ellos sufrió un accidente de importancia, sin víctimas y ocurrió en el aeropuerto de Buenavista, La Palma, en la víspera del día de Reyes de 1970. En el momento de tomar tierra, un fuerte viento racheado impidió el aterrizaje con normalidad y el avión –matrícula EC-BOD, nombrado “Río Guadiana”– cayó por el talud de la cabecera norte de la pista. Susto mayúsculo y mal recuerdo para los pasajeros y tripulantes de aquel vuelo, que pilotaba Santiago Díaz Pintado, aunque todos consiguieron salir por sus propios medios.
Aquella situación provocó la rápida apertura del nuevo aeropuerto insular, cuando todavía se encontraba en construcción y sin la carretera de acceso en dirección a Santa Cruz de La Palma, por lo que había que hacerlo por Mazo en una pista sin asfaltar. La foto de Tomás Ayut que acompaña nos hace revivir aquel suceso que sigue vigente en la memoria colectiva de la isla. El fuselaje del avión permaneció bastante tiempo en el lugar de su caída, desprovisto de todo equipo y material, hasta que fue finalmente desguazado.
La profesionalidad de los pilotos del legendario Fokker F-27 –tanto en la etapa de Iberia, como después en Transeuropa y AVIACO– se puso de manifiesto en numerosas ocasiones, especialmente en aeropuertos difíciles como El Hierro, que entonces sólo tenía una pista de 1.050 metros; Buenavista, en La Palma, considerado un auténtico portaaviones anclado en tierra y Los Estancos, en Fuerteventura.
Foto: Tomás Ayut / Archivo Díaz Lorenzo