Los habitantes de Santa Cruz de Tenerife, zona metropolitana y valle de La Orotava se han acostumbrado en estos días del incendio forestal que acontece en las cumbres de la isla, a la presencia constante y el ruido característico de los hidroaviones que maniobran al resguardo de la bahía del puerto tinerfeño, para cargar sus tanques del agua que un rato después descargarán sobre la zona afectada.
El pueblo tinerfeño agradece la labor de quienes continúan luchando sin descanso no solo en el incendio de Los Realejos, sino también en la veintena de toda la península. Brigadas forestales, bomberos, UME, pilotos de hidroaviones y de helicópteros. En el caso que nos ocupa, en una imagen de Luciano de la Rosa, vemos a uno de los aviones Canadair CL-415 (actual Bombardier CL-415) del Ala 43 maniobrando en el puerto tinerfeño.
Este avión anfibio tiene una capacidad de carga de 6.137 litros de agua en cualquier superficie lo suficientemente amplia –entre 610 y 1.067 m y una profundidad mínima de 1,10 m– como para que el avión pueda maniobrar en toma y despegue. Dos sondas retráctiles instaladas tras el rediente de la quilla en movimiento a una velocidad de 60-70 nudos permite el llenado completo en solo 12 segundos, aunque depende de factores tales como el viento reinante, el peso del avión o la altitud de la zona de amerizaje.
Tras la recarga de los tanques, el agua embarcada puede mezclarse con agentes químicos que mejoran la capacidad extintora y retardante de la descarga, cuando quienes dirigen las operaciones lo estimen oportuno. En función de la proximidad entre el punto de carga y el fuego, un avión CL-415 puede realizar hasta cien descargas en un periodo de cuatro horas y media.
Foto: Luciano de la Rosa