La frustración causada en la sociedad de Canarias y Baleares, así como en las ciudades autónomas de Melilla y Ceuta y la contundente presión mediática han conseguido su objetivo. La clase política ha reaccionado como cabría esperar y habrá descuento de residente del 75% en este mes y no dentro de seis, como el ministro Ábalos había contestado a la diputada de Coalición Canaria en el Congreso, Ana Oramas, cuya dolida intervención desde su escaño copando minutos de televisión en directo hizo presagiar que se avecinaban días tormentosos en la escena política, como así ha sido.
Ahora quienes han escenificado la negociación han sido los presidentes de Canarias, Fernando Clavijo y de Baleares, Francina Armengol, quienes se han reunido en Madrid para pactar con el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, una salida factible al acuerdo que Nueva Canarias había firmado con Mariano Rajoy en los días previos a la moción de censura y que vendió como uno de los mayores logros de su gestión, lo cual es cierto, como lo es también el descuento del 75% en los vuelos interinsulares. Lo cual quiere decir, una vez más, que cuando se quiere, se puede.
Hay unos cuatro millones de personas en ambos archipiélagos y las ciudades autónomas que podrán beneficiarse de este descuento, sobre el que es preciso afinar la puntería para evitar fraudes. Las compañías aéreas esbozan una sonrisa cómplice viendo que su ocupación va a subir notablemente y si importante es vigilar el fraude, no lo es menos controlar las tarifas, argumento constante de quejas por parte de los afectados que las sufren, por su carácter abusivo sobre todo en fechas clave, ya sean vacaciones de verano, puentes de diferente extensión, Navidades y Semana Santa.
El acuerdo de la bonificación del 75% es una muy buena noticia para los ciudadanos que van a ser los grandes beneficiarios. Un ejemplo demostrativo, además, de que existe voluntad política por parte del ministro de Fomento y de las huestes socialistas eufóricas y conscientes con el nuevo escenario de la política nacional, en el que son coprotagonistas, para resolver una cuestión que figura en los Presupuestos Generales del Estado aprobados la semana pasada. No en vano es la fórmula más factible de acallar las críticas cuando el vórtice de la tormenta política y mediática y el fuerte malestar de los afectados estaba en pleno apogeo y llevar un soplo de aire fresco en un asunto tan importante como es el transporte.
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