Gerardo Guerrero García, histórico capitán de CAMPSA

El capitán Gerardo Guerrero García, uno de los históricos de CAMPSA, ha emprendido el viaje eterno. Le conocimos cuando estaba al mando del petrolero “Campanar”, en sus frecuentes escalas en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde venía a cargar fuel para la factoría de Badalona. De aquellos encuentros quien suscribe conserva algunos ejemplares de “La Voz del Campanar”, sencillo periódico que el capitán Guerrero editaba a bordo desde su máquina de escribir. En la parte inferior incluía algún mensaje publicitario: “Lily vende bueno, Lily vende bonito, Lily vende barato”.
Gerardo Guerrero García pertenece a una familia de marinos vascos, nacidos en Erandio. Su padre fue jefe de la Inspección de la Comandancia de Marina de La Coruña y su hermano Miguel, oficial de Compañía Trasatlántica. Gerardo estudió en la Escuela Oficial de Náutica de Bilbao, de la que salió alumno en 1952 y realizó sus prácticas en CAMPSA. En 1955 obtuvo el título de piloto y embarcó de tercer oficial en el petrolero “Campanario”, comenzando así una dilatada trayectoria profesional en los distintos empleos.
En 1960 obtuvo el título de capitán de la Marina Mercante y en 1962 desempeñó su primer mando a bordo del petrolero “Campas”. Luego vino una etapa larga en la que mandó el pequeño petrolero “Campaláns”, con base en el puerto de Vigo y dedicado al suministro de bunkering y profesor por oposición de Construcción Naval y Teoría del Buque en el Instituto Politécnico de Formación Profesional Marítimo Pesquera del Atlántico, donde impartió docencia por espacio de una década. Fruto de esta etapa es su libro titulado “Construcción Naval y Teoría del Buque”, publicado en 1968, enfocado especialmente a la formación de patrones de pesca y mecánicos navales.
Estando el mando del petrolero “Campaláns” aconteció el suceso del petrolero noruego “Polycommander”, varado en las Islas Cíes en la madrugada del 5 de mayo de 1970, unas horas después de una arribada forzosa a Vigo para desembarcar a una camarera enferma. El buque encalló sobre roca frente a la playa de Figueiras de la isla Monteagudo y por la violencia del impacto se desgarraron dos tanques de carga y vertió unas 16.000 toneladas de crudo ligero procedente del Golfo Pérsico. Ello provocó una marea negra, seguida de explosiones e incendio, que se prolongó por espacio de dos días, sin que se registraran víctimas.
Dos días después, extinguido el fuego, se procedió al trasvase del crudo y el primero en hacerlo fue el pequeño “Campaláns”, al mando de Gerardo Guerrero García, en una actuación que entrañaba sus riesgos, por lo que sería distinguido con la Cruz del Mérito Naval con distintivo rojo, que se otorga en tiempos de guerra.
En las operaciones de trasvase del crudo participaron también los petroleros “Campollano” y “Camponalón”, de CAMPSA y “Albuera” de CEPSA, cuyo primer oficial, Tomás González Sánchez-Araña, escribió un artículo sobre este suceso, que se puede consultar en el siguiente enlace.
Unos años después, en mayo de 1976, con motivo del grave accidente del petrolero “Urquiola” en la maniobra de acceso al puerto de La Coruña, el pequeño “Campaláns”, y Gerardo Guerrero García de capitán, participó de nuevo en el trasvase de una parte del crudo que contenían los tanques del citado buque, en el que perdió la vida su capitán, Francisco Rodríguez Castelo.
Gerardo Guerrero García residió la mayor parte de su vida en Vigo y La Coruña. Le gustaba escribir y firmaba sus artículos como “3G”. El capitán Carlos Peña Alvear, destacada figura de Trasatlántica, que le conoció en 1969, afirma que “era uno de los nuestros y de los mejores si se me permite” y pone en valor “su carácter afable siempre, su optimismo, incluso en los momentos de adversidad”, refiriéndose a la larga enfermedad de su esposa, “en que Gerardo estuvo siempre a su lado, asistiéndola día y noche, sin desmayo, dando un auténtico ejemplo de sacrificio y llenando de significado la frase ‘hasta que la muerte nos separe’ del matrimonio cristiano. Fue personalmente para mí una lección a aprender y un ejemplo a seguir”.
Descanse en paz.



Fotos: cedidas
1 Comentario
Precioso el Campalans. Parecía un juguete y hacia sonreír.
Yo era un crío acompañando a mi padre, que era jefe de máquinas, a bordo del Campoazur. Estábamos fondeados en la ría de Vigo. Cuando el Campalans acudió a hacer suministro nos permitieron visitarlo.
Recuerdo vagamente bajar una escala de gato, ver el puente y bajar a ver las máquinas.
Creo que fue el Capitán el que nos contó que tenían menos potencia que un pesquero.
También que a los pocos días encontraron muerto en su camarote a uno de sus tripulantes cuando entraron a despertarle.
Es una pena que ese barco se desguazase con lo bonito que era. Ojalá lo hubieran musealizado.