Galvâo y la Operación Dulcinea. El secuestro del trasatlántico portugués “Santa María”

El acontecimiento más célebre en la historia marinera del trasatlántico portugués «Santa María» se produjo en enero de 1961, cuando un grupo armado compuesto por españoles y portugueses protagonizó el secuestro del buque, convirtiéndose así en el primer acto político de piratería en la mar. El efecto propagandístico contra los regímenes de Salazar y Franco fue bastante notable, ya que el barco fue acosado por unidades de EE.UU., Gran Bretaña, Holanda, España y Portugal.
La «Operación Dulcinea» estuvo dirigida por Henrique Galvâo (1895-1970), quien se encontraba exiliado en Venezuela desde noviembre de 1959, aunque el cerebro de la operación fue el nacionalista gallego José Velo Mosquera. El suceso del trasatlántico «Santa María» -aunque en principio sus promotores pensaron en secuestrar un barco de la Compañía Trasatlántica Española- tuvo una amplia resonancia internacional y contribuyó al comienzo de la lucha anticolonialista en Angola.
El 9 de enero de 1961, el trasatlántico «Santa María» zarpó de Lisboa en el primer viaje de aquel año rumbo a La Guaira, a donde arribó el día 20. En el puerto venezolano embarcó un grupo de veinte hombres del Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), mientras Galvâo -que tenía el plan de asalto elaborado desde julio de 1960- y otros tres hombres más embarcaron clandestinamente en Curazao.
En la madrugada del 22 de enero, el Directorio Revolucionario emprendió el secuestro del trasatlántico «Santa María», en el que viajaban 612 pasajeros y 350 tripulantes en viaje a Port Everglades, Santa Cruz de Tenerife y Lisboa. El comando, compuesto por 24 hombres, estaba a las órdenes de Henrique Galvâo y del comandante Sotomayor -aunque su verdadero nombre era José Fernando Fernández Vázquez-, entre quienes surgieron divergencias que lastraron la operación: La toma del puente de mando y de la estación radiotelegráfica, realizada sin acuerdo previo, ocasionó un tiroteo en el que murió el tercer oficial, Joao José do Nascimento Costa y resultaron heridos otros tres tripulantes, entre ellos el médico del Servicio de Emigración, doctor Campos Leite. El buque fue rebautizado con el nombre provisional de “Santa Liberdade”.

Sotomayor y Velo pretendieron desviar el trasatlántico hacia la colonia de Fernando Poo, pero Galvâo pretendió que fuera a Luanda. El desarrollo de la «Operación Dulcinea» -nombre en clave- impedirá saber si el capitán Galvâo pretendía desembarcar en Angola o planeaba refugiarse en Brasil, donde iba a estrenar presidencia Jánio Quadros, un político que simpatizaba con la oposición portuguesa.
Uno de los grandes enigmas está en saber por qué no hubo acuerdo para asaltar el puente de mando del trasatlántico «Santa María». La intención estaba en hacerlo a la una de la madrugada, para desviar el barco en el Atlántico, pero los líderes de la operación no se pusieron de acuerdo. El médico quiso desembarcar a los heridos en Castries, en la isla de Santa Luzía y Galvâo aceptó por razones humanitarias, acompañados por cinco tripulantes, aunque ello supuso localizar el barco de inmediato, hasta entonces en paradero desconocido.
Oliveira Salazar ordenó el 24 de enero la movilización de la Marina portuguesa y pidió la intervención de Gran Bretaña [1] y de EE.UU. [2], a la que también se sumó Holanda[3], mientras el DRIL intentaba que el golpe fuese considerado político. Para no ser acusados de piratería, el comando puso especial tacto en no tocar los 40.000 dólares de la caja fuerte del barco e incluso rechazaron la idea de Velo de imprimir a bordo una nueva moneda, que éste denominó “ibero”.

Pese a la intensa patrulla aérea y marítima de EE.UU., el trasatlántico «Santa María» estuvo ilocalizable hasta el 23 de enero, cuando fue avistado frente a Castries y volvió a desaparecer hasta el día 26, un día después de que se encontrara con el mercante danés «Fishe Gulua», que delató su presencia a unas 930 millas al Este de Trinidad y que lo localizara un avión estadounidense a unas 700 millas de la desembocadura del Amazonas, en dirección a África. Al día siguiente, la flota de EE.UU. pidió negociar por radio con el trasatlántico «Santa María». Galvâo aceptó y el barco puso rumbo al NE brasileño, con las unidades de la U.S. Navy tras su estela.
El dirigente de la oposición portuguesa, general Humberto Delgado, pidió a las embajadas de Gran Bretaña y EE.UU. en Brasil, así como al Departamento de Estado en Washigton, que sus respectivos países no interfirieran en el episodio del trasatlántico, al defender que el caso no significaba motín o piratería. Un portavoz del Foreign Office replicó que su país no reconocía el estatuto diplomático del militar portugués.
La prensa recordaba un caso semejante ocurrido en junio de 1930, cuando el capitán Ramón Delgado y un grupo de 21 hombres, embarcó en el puerto de Danzig a bordo del buque alemán «Falke» haciéndose pasar por pasajeros y cuando estaban en alta mar aparecieron vestidos de rebeldes y se hicieron dueños del barco, poniendo rumbo a Venezuela. El líder de la operación pretendía derribar al presidente de aquel país, aunque fueron capturados y al capitán del barco se le prohibió volver a navegar. La investigación, al parecer, demostró que el capitán y los propietarios del barco estaban de acuerdo con Delgado y habían permitido la carga de armas y municiones para los rebeldes.
El 31 de enero, a 35 millas de Recife, el almirante Allen Smith, portando salvavidas, se entrevistó durante tres horas a bordo del trasatlántico «Santa María» con Henrique Galvâo. El magnetófono de los americanos no funcionó y Luis Noya filmó el encuentro, logrando desembarcar la película en Tenerife. El 2 de febrero el barco fondeó en Recife y desembarcaron los pasajeros y tripulantes en medio de una gran multitud y el comando aceptó quedarse en Brasil. Las autoridades brasileñas concedieron el status de asilo político a los miembros del DRIL y el barco fue entregado a la Compañía Colonial de Navegación.

Los pasajeros del trasatlántico «Santa María» fueron transbordados al Vera Cruz, que salió de Recife el 5 de febrero y arribó a Lisboa el día 14, después de hacer escala en Tenerife, Funchal y Vigo. El 7 de febrero siguiente salió de Recife y el día 16 atracó en la capital lisboeta, procediendo, a continuación, a varar en el dique seco de Astilleros de Cádiz, donde permaneció en obras de carena hasta el 23 de marzo, en que se reincorporó a la línea de Venezuela, siendo sustituido durante ese tiempo por el trasatlántico de su misma contraseña «Vera Cruz».
Se ha especulado mucho sobre la presencia en Recife de buques portugueses y del crucero español «Canarias». El periodista Víctor Cunha afirmó que lo vio “tras los americanos, con los cañones apuntándonos y la bandera española”. El teniente de navío José Luis Tato, que estaba de guardia cuando recibió la orden de zarpar de El Ferrol, recuerda que “todo se arregló antes de que llegáramos y luego fuimos de visita a Fernando Poo”.
En aquellos días la prensa informó de la supuesta conexión de Moscú con el secuestro del trasatlántico «Santa María» y señalaba al embajador soviético en Marruecos y a algunos políticos africanos, entre los que se encontraba, aunque sin citar el nombre, “el jefe de un estado negro que va camino de convertirse en la mayor plataforma comunista de África” [4].
“Es sintomático que los sectores marxistas de este continente presenten la odiosa aventura de Galvao como un símbolo de protesta y de liberación. El Kremlim, el bloque sovietófilo y las fuerzas comunistas del mundo vuelcan toda su intensa propaganda en lengua árabe y en las otras que se hablan en África, calificando a los agitadores portugueses como amigos de las naciones africanas hostiles al colonialismo. Para saturar esta envenenada atmósfera de confusión que reina alrededor de la loca y criminal agresión a un pacífico paquebote de viajeros, en sus ediciones para África Radio, Moscú ha afirmado que “Galvao está sostenido por los africanos” [5].
También se refería a la actuación en Rabat de un refugiado político portugués, Carlos Cruz Cipriano, propietario de un hotel de Tánger, al que se señalaba como “activo agente de espionaje” al servicio de varias potencias y, entre ellas, la URSS, que “desapareció” tras una visita a la embajada soviética en Marruecos tres semanas antes de que se produjera el secuestro del trasatlántico portugués.
El periódico tinerfeño «El Día», en un reportaje que firma Pedro Gómez Aparicio, titulaba que el caso del trasatlántico «Santa María» “puede constituir un grave precedente para la navegación pacífica” y reclamaba conocer, a la luz de las conclusiones de la Conferencia de Ginebra, en 1958, sobre Derecho del Mar, “si el tránsito por el mar puede estar a merced de cualquier acto de bandidaje impune” [6].

Notas:
[1] El Almirantazgo británico ordenó a la fragata HMS «Rothesay», que se encontraba en Santa Luzía, saliera en la búsqueda del trasatlántico portugués y dispuso, asimismo, el alistamiento de la fragata HMS «Ulster», atracada en Bahamas, aunque no llegó a intervenir.
[2] El cuartel general de la U.S. Navy en las Antillas dispuso la salida de los buques USS «Wilson» y USS «Damato», con la orden de interceptar al trasatlántico «Santa María» y conducirlo a puerto americano.
[3] Al tener conocimiento de que a bordo viajaban pasajeros holandeses, la Real Armada de Holanda aportó a la búsqueda la fragata RMS «Van Amstel», que se encontraba en las Antillas.
[4] El Día, 3 de febrero de 1961, pág. 7.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
1 Comentario
[…] la noche del 21 al 22 de enero, el DRIL despierta una inmensa oleada de entusiasmo al apoderarse del trasatlántico portugués Santa María y recordar al mundo la existencia de una resistencia activa contra las dictaduras de España y […]