El Diccionario Estadístico-Administrativo de las Islas Canarias de Pedro de Olive (Barcelona, 1865) cita que en el año 1860 Fuencaliente tenía una población de 1.197 vecinos y la mitad estaba asentada en el barrio de Las Indias, donde vivían 622 vecinos. Los Canarios apenas sobrepasaba el centenar y lo superaban en número Los Quemados y Las Caletas. Ello pone de manifiesto que fue la construcción de la carretera general del sur, a finales del siglo XIX, lo que motivó su despegue poblacional.
Las condiciones de vida eran bastante deficitarias. La mayoría de los vecinos vivían en chozas construidas con piedra seca y techos de colmo de centeno, pues de 685 construcciones censadas, 432 eran chozas, sólo habían seis casas de dos pisos y cuatro de ellas en Los Quemados, donde se encontraba la sede del Ayuntamiento y se asentaban las familias más pudientes del municipio, así como en Las Cabezadas y Los Polveros, en el barrio de Las Indias.
Pedro Olive describe la situación de los acuíferos. “Sólo existen dos pozos con una producción de 360 pipas en 24 horas. En años de sequía, en los que los aljibes no se llenaban, los vecinos tenían que recurrir a ellos e incluso recogían agua de los pozos que existían en Bajamar para beber”[1].
El periódico El Time –primero que vio la luz impresa en La Palma– incidía en el tema: “En Fuencaliente, cuyo terreno es volcánico, pendiente, y en parte estéril, causa gran pena ver que no tienen sus vecinos de donde proveerse de agua más que de un pozo cerca del mar y a larga distancia, siendo tan salobre que apenas se puede tragar, y que la necesidad obliga a servirse de ella. Cuando los sembrados se secan en las partes altas, las bajas están ya perdidas, y tal sucede con los terrenos de mejor calidad”[2].
En esta época existía en Fuencaliente una escuela de niños, que costaba 1.100 reales de vellón a las arcas municipales. Apenas 27 personas sabían leer y escribir -24 hombres y tres mujeres- y todas estas carencias, unidas a la natural pobreza del suelo, en terrenos de escorias volcánicas en los que sólo la vid, unos pocos árboles frutales y el centeno eran productivos, así como la crisis vitivinícola, obligaba a la juventud a la emigración americana. En el plazo de cinco años, según los datos de Olive, 77 fuencalenteros emigraron a Cuba, lo que provocó un desnivel de la pirámide de edad, pues entre los 16 y 30 años de edad sólo había en el pueblo 122 hombres y 207 mujeres.
La alimentación se basaba en gofio de centeno, boniatos, pescado y las escasas variedades de verduras y frutales de una tierra de secano. En los años de sequía había que recurrir al gofio de raíz de helecho, que era por entonces uno de los mayores rendimientos de los montes públicos.
Bibliografía
Díaz Lorenzo, Juan Carlos (1994). Fuencaliente. Historia y tradición. p. 165. Ayuntamiento de Fuencaliente de La Palma. Ediciones La Palma.
Olive, Pedro de (1865). Diccionario Estadístico-Administrativo de las Islas Canarias. p. 351-358. Imprenta de Jaime Jepús. Barcelona.
Notas
[1] Olive, Pedro de (1865). Diccionario Estadístico-Administrativo de las Islas Canarias. p. 351-358. Imprenta de Jaime Jepús. Barcelona.
[2] El Time, 22 de marzo de 1869.