Francisco Ventura llegó desde Argual. Sorprendió su virtuosismo musical. Venía desde el Grupo Tirimara. Y se quedó. Su partenaire, primero, Laura Camacho y esposa después lo acompañó en la travesía de 40 años de Volcán de San Juan.
Vivieron entre El Cantillo y Las Goronas, asentamientos más poblados de Las Manchas que en 1949 surcaba el antiguo barranco de Los Cubos, cauce natural de las lavas del destructor volcán de San Juan. La familia de Laura Camacho fue afectada junto a centenares de vecinos de las proximidades de la Venta de María la de Zoilo o las Higueras del Grajo, junto a una encrucijada de caminos que distribuía el acceso a Tamanca, Todoque, El Paso, Fuencaliente, Puerto Naos y Los Llanos.
Un violín, una guitarra, un acordeón, percusión y trompeta fueron los instrumentos de la Orquesta Cerrillo que amenizaban los Bailes de Candil de Casa Armando, en El Barranco; de Eleuterio en Jedey o de Faustino en Alcalá. Eran las únicas diversiones de la depauperada juventud que vivía con dificultades en estas sedientas y volcánicas tierras antes del día del «discípulo amado» y que sobrevivió, sin emigrar a Venezuela, a aquel fatídico 24 de junio de 1949. Luego llegó el Salón de Evangelina, en Jedey, a donde llegaban las mejores orquestas de la Isla.
El obispo fray Albino González y Menéndez, en su decreto del 18 de noviembre de 1929 declaró como parroquia a aquel territorio que tenía una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de Bonanza (por los vientos de levante tan excesivos de la zona). El fundador de aquella iglesia, también como Francisco Ventura, procedía de Argual. Era el terrateniente Nicolás Massieu que mandó construir una ermita casi igual a la de San Pedro de Argual y colocar en una hornacina secundaria del retablo una imagen de San Nicolás de Bari, en honor al fundador, él mismo. La parroquia no podía llamarse de Bonanza por existir ya la de El Paso. Para los mancheros aquel asentamiento central se denominaba La Ermita y se siguió llamando después de erigirse la parroquia como de San Nicolás de Bari. El primer párroco fue José Pons y Comallonga (1875-1964), de gran recuerdo por su labor pastoral que vivió austeramente en una pequeña casa parroquial junto al templo. Las fiestas patronales fueron desde 1929 un episodio anual de convivencia, actos lúdicos y deportivos. Desde Cuba, primero y Venezuela después, las cartas que llegaban a la estafeta de don Álvaro Domínguez o de Osorio siempre referían el anhelo por poder llegar para el siguiente año que, casi nunca, llegaba.
Francisco Ventura entendió rápidamente la vinculación de la juventud de Las Manchas por actividades que superan los esfuerzos penosos de aquella agricultura de subsistencia.
Desde mediados de los años cuarenta los jóvenes que terminaban los arreos del ganado, la recolección del pasto y los frutales se dirigían a los montes de Jedey a jugar al fútbol en un equipo que se denominó CD Campanarios (por la cercanía del Campo de Las Montañitas a los riscos de su nombre) en competiciones con otros equipos de La Palma. En los años 70 un equipo de tenis de mesa compitió con acierto en las competiciones regladas. En 1974 se formaba el Club de Luchas Tamanca y más tarde, a principios de los años noventa la Escuela de Lucha Tajogaite.
Se fundó la Coral Polifónica San Nicolás, formada en gran parte por familiares de Laura Camacho que deleitaba su pulcritud de voces por toda La Palma. Un grupo de teatro costumbrista, Los Romanceaderos, fue el precursor de Los Dedenantes que en la actualidad representan la indumentaria, los usos y los acentos fónicos y semánticos de Las Manchas en los escenarios de la Isla, dirigidos por Roberto Camacho.
Las rondallas de Lo Divino actuaban en las Navidades de Las Manchas desde tiempo inmemorial. Desde octubre comenzaban los ensayos, primero en la pequeña sacristía y más tarde en el Teleclub de El Callejón (Casa de José Ana) con guitarras, laúdes, bandurrias, percusión de panderos y castañuelas. Desde Los Campitos acudía Valois y desde Alcalá, Lorenzo el de Erinea; desde El Barranco, Elio, Braulio (Néstor), Óscar Luis y la mayoría de las voces (Jorge el de Lalo, Nani, Mari Carmen, Nati..). Desde La Ermita, Nati, Anita, Socorro… Yo tocaba el laúd. Roberto Camacho nos dirigía. Desde Cuba, don Luis, de Breña Alta, se ubicó en Las Manchas, en Finca Cogote, y tocaba las castañuelas.
Todas las noches de ensayo recorríamos a pie dos o tres kilómetros a tocar las serenatas por las casas de pan de leche, almendrados y mistela.
Francisco Ventura dio forma en 1981 a aquellas autodidactas formas de participación conformando con José Luis el de Facundo, Nati la de Nenito, Tarito, Laura… la Agrupación Volcán de San Juan.
Ensayos durante decenios al aire libre, por carecer de local, en los patios de la Escuela del Corazoncillo (denominada luego Taburiente) en un ambiente de bajas temperatura o y vientos… Parecía que iba a ser efímero aquel grupo por tanta contrariedad. Pero no fue así, sino justo lo contrario: viaje a Venezuela, grabación de un disco, presencia en todas las islas…
Francisco Ventura fundó luego el Grupo Folk Nuevo Cauce, también con intérpretes de Las Manchas. En 1995 formó La Agrupación Folklórica Juvenil Tajogaite y un poco más tarde se fundó la AF La Dichosa (topónimo localizado en el extremo suroeste de Las Manchas de Abajo), del que también fue director. La Parranda La Era ensaya en Los Cuatro Caminos.
Anoche no pudimos evitar una gran emoción por ver de nuevo la Agrupación celebrando su aniversario, más numeroso si cabe en sutil homenaje a Francisco Ventura que se fue junto con la llegada del nuevo volcán que, casualidades del destino, comparte denominación con aquella agrupación de «cantera» como a él le gustaba llamarla, la AF Tajogaite. Muchos de los componentes del grupo ya no están, precisamente porque el volcán Tajogaite se llevó sus viviendas y permanecen todavía errantes por diferentes lugares de la Isla. Se incorporan nuevos activos, con vocación y conocimiento.
Un concierto sublime, instrumentos y voces, caracterización e indumentaria. Su tema identitario, Volcán de San Juan, escrito e instrumentado por Francisco Ventura fue su cierre emotivo y sugerente.
Como reza el slogan de la Asociación de Vecinos: “Las Manchas Vive”. Y la AF Volcán de San Juan ha vivido 43 años, vive con intensidad esta época de dureza emocional y vivirá con aptitud histórica y representativa de un lugar único.
Foto: cedida para puentedemando.com