En 1934, es decir, 17 años después de la fundación de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación, enarboló el pabellón patrio el vapor “Bolívar”, comprado de segunda mano a la sociedad británica E.C.A. Clark, con sede en Londres, aunque todo parece indicar que se trató de una mera intermediación con la compañía sueca Stockholms Rederi AB Svea, bajo cuya contraseña navegaba este buque con el nombre de “Fylgia”.
Era un barco típico de la época, de casco de cajas, remachado, con el puente descubierto, proa recta y popa de espejo. Construcción número 247 de los astilleros Nüschke & Co. A. G., en Stettin-Grabow (Pomerania occidental, actual Polonia), la puesta de quilla se realizó en 1916 y los trabajos quedaron paralizados como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, de modo que no pudo ser acabado hasta 1919, año en el que entró en servicio.
De 1.236 toneladas brutas, 826 toneladas netas y 1.445 toneladas de peso muerto, medía 67,20 m de eslora total, 10,20 m de manga, 4,26 m de puntal y 3,90 m de calado. Estaba propulsado por una máquina alternativa de triple expansión Christiansen & Meyer -fabricada en 1916 en Harburg-, que tomaba vapor de dos calderas escocesas de llama en retorno y accionaba un eje y una hélice que le daba una velocidad de nueve nudos escasos, con buen tiempo. Cuando salió a navegar las calderas quemaban carbón, pero en 1930 fueron adaptadas para el consumo de fuel-oil.
En 1934, como se cita, el vapor “Fylgia” pasó a manos de la sociedad británica E.C.A. Clark, de Londres y poco después a la propiedad de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación, siendo abanderado e inscrito en la matrícula naval de Maracaibo con el nuevo nombre de “Bolívar”. Igual proceso siguió un gemelo llamado “Edda”, que recibió el nuevo nombre de “Guayana” y registrado en la matrícula naval de La Guaira.
Ambos barcos pertenecen a la época inicial del desarrollo del cabotaje de altura del país, haciendo posible una parte del comercio de exportación e importación con los países ribereños y EE.UU., con las limitaciones que imponían sus características y otros condicionantes de la política de la época, pues cuando los dos vapores llegaron a Venezuela la dictadura del general Juan Vicente Gómez estaba en su última etapa.
Transcurrieron los años con la Segunda Guerra Mundial de por medio y a mediados de 1950, el vapor “Bolívar” fue rebautizado “Guárico”, primero de este nombre en la historia de la compañía estatal venezolana, por entonces administrada por la Flota Mercante Grancolombiana. El cambio se debió a la incorporación de un nuevo buque con el nombre del Libertador Simón Bolívar (1783-1830), construido en astilleros de Canadá y entregado en mayo del citado año.
A nuestro “Bolívar” le habían precedido otros dos buques con igual nombre en la historia de la Marina Mercante venezolana. El primero, un vaporcito construido en 1881 en Estados Unidos, que naufragó en 1903 en aguas del río Orinoco; y el segundo, un petrolero de factura británica, que entró en servicio en julio de 1927 para la Mene Grande Oil Co. C.A., con matrícula naval de Maracaibo y que estuvo navegando hasta 1956.
Lo curioso del caso es que, por lo que se deduce, la legislación marítima de Venezuela permitía entonces dos o más buques con el mismo nombre, sin añadirle numeral, razón por la cual coexistieron ambos “Bolívar”. Por lo que se refiere al protagonista de esta historia, así permaneció hasta febrero de 1956 en que, cansado de años de mar sobre sus cuadernas, fue vendido para desguace en Baltimore (EE.UU.). En ese mismo año, por cierto, también llegó el final de su gemelo “Guayana”, que fue desguazado en el mismo lugar.
Bibliografía: Lloyd’s Register of Shipping, histarmar.com.ar y faktaomfartyg.se.