A Febe Fariña, ilustre cronista oficial de la Villa de Arafo
En gratitud a la tierra donde había nacido, el naviero tinerfeño Florentín Castro Fariña (1926-2011) bautizó a uno de sus barcos con el nombre de “Arafo”, que corresponde a uno de los tres municipios que conforman el valle de Guímar, situado en el sureste de Tenerife. Pueblo entrañable y de días felices, de larga tradición cultural en la que destaca especialmente la música, ocupa una superficie de 31 kilómetros cuadrados en un plano inclinado que abarca de mar a cumbre.
El buque que se llamó “Arafo” entre 1974 y 1989, año en el que causó baja en el Lloyd’s Register of Shipping y se le presume desguazado en Dakar (Senegal), había sido en su origen un típico pesquero japonés que sería transformado en frigorífico para el transporte congelado de túnicos cuando enarboló la contraseña de una de las sociedades de Castro London Ltd.
Construcción número 211 del astillero Miho, factoría de Shimizu (Japón), entró en servicio en octubre de 1956 con el nombre de “Sasshu Maru Nº 10” y contraseña de la compañía nipona Ito Gyogyo KK. En 1964 pasó a la propiedad de la sociedad Nichiro Gyogyo KK y se renombró “Haruna Maru Nº 3”, enarbolando en ambas etapas bandera del país del Sol Naciente.
En 1970 enarboló la contraseña de la compañía liberiana Transocean Seaways Corp., una de las sociedades del conglomerado Castro London Ltd. y acortó su nombre a “Haruna”. A partir de entonces aparece su nombre en la crónica portuaria de ambas provincias canarias, haciendo viajes entre África e Italia tras su reconversión en transporte frigorífico de pescado. En 1974 se transfirió a la sociedad Frío Shipping Co. Ltd, siendo abanderado en Chipre y entonces comenzó su etapa como “Arafo”.
Un día de 1974 el buque “Arafo” apareció en el puerto de Santa Cruz de Tenerife y atracó en el muelle sur. El maestro de periodistas e inolvidable amigo Francisco Ayala Armas, entonces subdirector del periódico “El Día” y redactor de la página “El puerto es lo primero”, quedó sorprendido de la presencia de este buque y su nombre y pronto llegó la aclaración: se trataba del homenaje de Florentín “Floro” Castro al pueblo donde había nacido.
De 641 toneladas brutas, medía 58,20 m de eslora total –51,20 m de eslora entre perpendiculares– y 9 m de manga. Estaba propulsado por un motor diésel de factura japonesa y andaba 12 nudos con buen tiempo. Tenía una habilitación muy espartana, típica de los buques de su procedencia, según nos relata alguno de sus tripulantes españoles. Código IMO 5314418.
Foto: archivo de José Luis Torregrosa García
1 comentario
Maestro de maestros; para algunos araferos un dechado de virtudes, amigo de su pueblo del que hacía gala.
Como profesor de la Escuela de Comercio un genio, a sus clases asistíamos tantos alumnos que teníamos que sentarnos hasta en su mesa al no haber pupitres suficientes para acogernos a todos.
¡¡SALVE!!!