Dicen los analistas que siguen de cerca la actualidad en Finlandia, que la peor crisis política de los últimos treinta años se consiguió salvar hace casi una semana, después de una intensa jornada en la que el tripartito de centro-derecha que conforma el gobierno presidido por Juha Sipilä logró salvar un escollo llamado reforma del modelo de salud y servicios sociales. Con ello evitaron la disolución del Ejecutivo apenas cinco meses después de su conformación, tras las severas advertencias de su titular.
El acuerdo consiste en la creación de 18 regiones administrativas y 15 zonas sanitarias, tratando con ello de garantizar la sostenibilidad del sistema público de salud de Finlandia y frenar el creciente endeudamiento. La pelota estuvo en el tejado del Kokoomus (partido conservador), poco decidido hasta entonces a aceptar el modelo de reforma sanitaria que Sipilä pretende llevar a cabo. Y les dio de plazo antes del fin de semana pasado, so pena de disolver el gobierno.
El partido liberal liderado por Sipilä pretende la centralización de servicios, en la actualidad gestionados por los municipios, mediante la creación de 18 zonas sanitarias autónomas, tratando con ello de reducir el gasto público y garantizar un acceso igualitario a la sanidad. Ello permitirá, además, reducir el déficit público en unos tres mil millones de euros anuales y no subir los impuestos, que en el país nórdico son altos por término medio.
De modo que liberales, conservadores y ultranacionalistas (Verdaderos Finlandeses, el partido de Timo Soini) demostraron su capacidad de negociación política y llegaron a un acuerdo cuando ya se agotaba el tiempo. El partido de Alexander Stubb, actual ministro de Finanzas, compartía los tres objetivos pero discrepaba en otros esenciales, como el número de zonas sanitarias, para el que los expertos consideraban un abanico de cinco como mínimo y doce como máximo.
La economía finlandesa arrastra tres años de recesión, provocada por el retroceso de la industria forestal y la pérdida del liderazgo tecnológico, léase Nokia. Es el país de la UE con menor crecimiento económico y mayor destrucción de empleo. La deuda pública se ha duplicado con respecto a los niveles de 2008 y supera el 60% del PIB. Puede, como aprecian los analistas, que el desacuerdo sea más bien un pulso entre liberales y conservadores en la definición del futuro modelo territorial de Finlandia, pero, en todo caso, la tensión subió hasta límites insospechados.
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