Finlandia vive hoy un día histórico. El país nórdico se convierte en el miembro número 31 de la OTAN y la centenaria bandera blanca y azul ondea ante la sede de la Alianza en Bruselas y también ante la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en Helsinki. Algo casi impensable hace poco más de un año, aunque la evolución de los acontecimientos con la invasión de Rusia y la guerra en Ucrania ha hecho cambiar de criterio.
La decisión tiene, además, un amplio consenso de la población finlandesa. Antes de la invasión de Ucrania, los partidarios de la adhesión a la OTAN no llegaban al 30%. Pero la guerra les hizo cambiar de opinión. En mayo de 2022, una encuesta de la cadena de televisión pública Yle situaba el apoyo en un 76%, un 16% más que en marzo de ese mismo año y donde casi todos los partidos del arco político finlandés se han mostrado a favor. Hoy ese apoyo, viendo la evolución de los acontecimientos, ronda el 80%.
Finlandia conoce bien a su vecino ruso desde que era soviético y sus amenazas y tono beligerante. La generación que nos precede padeció las penurias del país durante la Segunda Guerra Mundial y sufrió lo que vino después. A partir de ahora, la frontera de 1.340 kilómetros entre Finlandia y Rusia es también frontera de la OTAN y es frontera avanzada entre Europa y Rusia.
Finlandia se siente más segura y tiene el amparo del artículo 5 de defensa colectiva del Tratado de la OTAN. En todo caso, solo habrá fuerzas militares de la OTAN en suelo finés siempre y cuando el Gobierno lo autorice. En los últimos años, el país ha intensificado su presencia en misiones de paz en el exterior y ha intensificado exitosamente sus relaciones con sus vecinos europeos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con la pérdida de algo más del 10% del territorio de Finlandia y el pago de 300 millones de dólares en indemnizaciones de guerra, han transcurrido casi ocho décadas de neutralidad, primero impuesta y tutelada por los soviéticos y en los últimos treinta años mantenida de forma voluntaria. Es muy probable que, de no haber sucedido la guerra de Ucrania, se hubiera mantenido esa decisión que ha caracterizado hasta ahora a la política exterior finlandesa.
En los últimos meses se ha trabajado con mucha cordura y coherencia en Bruselas por parte de la delegación diplomática y militar finlandesa hasta concluir con la entrada de Finlandia como miembro de pleno derecho, lo que se ha conseguido en un tiempo récord, puesto que la solicitud se formuló en mayo de 2022. De hecho, tanto la OTAN como los medios internacionales ponen de manifiesto que ha sido el proceso más rápido en la historia de la Organización militar, mientras queda pendiente el ingreso de Suecia, que está vetada, de momento, por Turquía.
El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, al frente de su país, lo ha dicho claramente en el día de la fecha: “Comienza una nueva era”.


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