Hasta la incorporación en 1968 del legendario bimotor Fokker F-27 de la gran Iberia, el mítico avión Douglas DC-3 fue la columna vertebral de las comunicaciones aéreas en Canarias. Etapa en la que volaba a todas las islas, excepto aquellas que entonces no tenían aeropuerto: El Hierro y La Gomera.
Luis Guil Valverde y Vicente Ramos “Ramitos” Hernández fueron dos de grandes sus pilotos, a los que la sociedad canaria sigue recordando con admiración y respeto. Cuando los modernos sistemas de aproximación aún no estaban implantados y las nieblas se hacían presentes, el primero tenía su particular procedimiento basado en una palmera situada en la cabecera de la pista 30 de Los Rodeos. La historia es verídica.
En nuestros años infantiles recordamos volar a La Palma en el avión Douglas DC-3 de Iberia y de Spantax, que entonces operaba en el viejo aeropuerto de Buenavista. Al acceder a la cabina, en plano inclinado, un característico olor invadía el recinto. Un zumo de naranja nos daba la bienvenida de manos de la amable azafata, una profesión distinguida y de gran prestigio entonces.
Luego, cuando el avión rodaba por la pista y llegaba el momento de levantar el vuelo, el plano inclinado se volvía horizontal y los planos y los motores de pistones y hélices nos hacían vivir sensaciones extraordinarias. Casi una hora de vuelo nos permitía aterrizar en el campo de Buenavista, donde nos recibían los familiares y un taxi que nos llevaba hasta el pueblo en la pendiente, el pueblo siempre amado.
Foto: vía Enrique Vera Bencomo / Compañías españolas de ayer