Sabíamos desde hacía tiempo que el amigo Nazario Martínez capeaba su último temporal. Y lo hacía en las mejores condiciones posibles, con mucho ánimo, ilusión, confianza y su característico humor gallego que tanto definió su personalidad. Sabíamos, también, que era su intención amarrar definitivamente el barco de su vida en El Hierro, la isla a la que tanto amó y que tan bien supo corresponderle. Pero, al final, el destino quiso que esa despedida fuera en su Finisterre natal.
Al desgranar el rosario de los recuerdos, y son muchas las cuentas vividas en el trato personal con Nazario Martínez, pensamos que se nos ha ido demasiado pronto. Le conocimos hace más de treinta años en Compañía Trasmediterránea. A bordo del “Villa de Agaete”, que fue su barco en la línea Los Cristianos-La Gomera-El Hierro y en el que hizo patria. En el buque “Isla de La Gomera”, en los hidro-foil de la línea colombina y en el buque “Super-Fast Levante”.
Su nombre honra a la profesión y a la empresa naviera a la que perteneció. Afincado en Las Palmas desde joven, embarcó de alumno en el buque “Río Asón”, uno de los barcos de Florentín Castro, cuando estaba al mando del capitán Antonio Guillén Rodríguez, quien hace unos días le recordaba con especial afecto. Pronto acreditó su competencia profesional y su nombre se inscribe en la selecta nómina en la que otros capitanes, jefes de máquinas y oficiales han dado todo lo mejor de sí mismos. No les vamos a nombrar. Ellos saben quiénes son.
Recordamos especialmente el reconocimiento institucional que le hizo la isla de El Hierro, en tiempos de Tomás Padrón Hernández –acaso el más relevante de los políticos de aquella tierra– “por su gran sensibilidad con los problemas relacionados con el transporte marítimo que ha tenido esta Isla». Decía entonces el presidente del Cabildo Insular que “hablar de las comunicaciones marítimas de El Hierro no sólo es hablar de puertos y de barcos, sino sobre todo de personas».
Y al destacar la personalidad del capitán Nazario Martínez, resaltaba “su profesionalidad, su voluntad y su especial afecto y cariño por esta Isla han sido factores decisivos en momentos difíciles en los que nuestros suministros exteriores dependían de si atracaba el ferry, o no, en el complicado puerto de La Estaca». La especial atracción de Nazario Martínez con esta Isla “le hacía olvidarse de su título de capitán, y en momentos de temporal en nuestro muelle su decisión era clara: su barco tenía que poner rumbo a puerto y desembarcar al pasaje y la carga».
Nazario Martínez Martínez (1952-2016) era persona de origen humilde. Hijo de pescadores, nació en cuna sencilla y heredó un talante de hombre amable, familiar y servicial. El Cabildo de El Hierro haría bien en perpetuar su memoria. Idea que le apuntamos a la presidenta insular. Nada de extraño tiene que quisiera vivir sus últimos días en la Séptima Isla a la que tanto amó. Al igual que Finisterre, El Hierro es el último eslabón de la cadena emocional que le unió durante gran parte de su vida.
Foto: Juan Carlos Díaz Lorenzo