Un viejo y buen amigo, paisano admirado y respetado, Miguel Jaubert Gómez ha emprendido hoy su última singladura. Este palmero relevante, nacido en Santa Cruz de La Palma, químico de formación, desarrolló su carrera profesional durante casi cuarenta años en la refinería de CEPSA en Santa Cruz de Tenerife y tuvo también una destacada actuación en el Colegio Oficial de Químicos de Canarias.
Le conocimos hace medio siglo, cuando las respectivas familias vivíamos en la calle San Francisco de la capital tinerfeña. Miguel, Estela y sus hijos en una casa terrera que ya no existe y de la que un día triste para quien suscribe se trasladaron a una nueva vivienda en el residencial de CEPSA en La Salle, pues su hijo mayor era entonces entrañable compañero de juegos y el tiempo ha querido que sigamos siendo amigos.
No perdimos el contacto y aunque más esporádicos, los encuentros con la familia Jaubert Rius siempre rebosaban el afecto germinado en los años infantiles. Luego, el interés de quien suscribe por el mundo del petróleo nos propició experiencias interesantes e inolvidables en la refinería tinerfeña, de la que hace algunos años escribimos un libro de su historia, pues conocíamos el dominio que poseía de su especialidad.
Hombre de extraordinaria cultura técnica y humanística, con especial incidencia en la música por la vocación hecha virtud de su esposa y de sus hijos, a su jubilación promovió la fundación de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Música (ATADEM), en colaboración con Luis Díaz de Losada y José Sabaté Forns, cuya presidencia ostentó desde 2002 hasta 2014. En junio del citado año fue nombrado socio de honor, en justo reconocimiento a su trayectoria.
El rosario de los recuerdos nos desgrana la memoria de su padre, don Manuel Jaubert, abogado, a quien recordamos verlo sentado bajo los arcos del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma junto a otros parroquianos, dando de comer a las palomas que revoloteaban a su alrededor. Le conocimos, ya muy mayor, siempre buen conversador y amable en sus gestos.
Ahora, con Miguel Jaubert Gómez ya en el recuerdo, evocamos aquí el talante de su hermano Manolo, imbuido también de la tradición musical que habían cultivado con tanta dedicación y con quien compartimos ratos entrañables de amistad bien entendida en años idos para siemprre. Todos ellos representan la esencia de los paisanos que, haciendo honor a su condición, quisieron ser más y mejores personas en la vida y lo consiguieron con su dedicación, estudio, trabajo y honradez. Y un amor sin límites por la tierra natal.
Descanse en paz el siempre bien recordado y apreciado amigo Miguel Jaubert Gómez y un fuerte abrazo para su familia.
Foto: cedida