Cuando supimos la noticia del fallecimiento del entrañable amigo Alfonso García Bach, nos inundó una profunda tristeza. Sucedió el pasado 9 de febrero en trágico accidente de tráfico ocurrido en el suroeste de Tenerife. Hacía tiempo que no sentíamos una emoción tan amarga. Al desgranar el rosario de los recuerdos, la memoria de Alfonso se nos hace presente en multitud de vivencias, muchas de ellos cargadas de gran emotividad y viendo las numerosas muestras de condolencias expresadas desde aquel día, comprendemos que su personalidad tenía altos vuelos. Algo que ya sabíamos.
Alfonso formaba parte de una generación de hombres abanderados en el esfuerzo, el trabajo, la dedicación y el afán de superación. De carácter decidido y temperamental, amable y divertido. Alfonso fue primero marino mercante y navegó en los petroleros de CEPSA, obtuvo el título de capitán y un día decidió que su camino estaba en el mundo de la aviación y se hizo piloto. Conjugaba dos cualidades importantes: una gran habilidad de manos y una capacidad técnica y una conciencia profesional exquisita.
En estos días, Ricardo Génova Galván nos recuerda una interesante anécdota de su suelta de piloto:
“Alfonso, Javier Santana y yo hicimos nuestros primeros vuelos solos el mismo día, en el aeródromo de El Médano (“Tomás Zerolo”), un día de primavera de 1973. Era un día encapotado, cubierto a media altura, nos soltó una leyenda de la aviación en Canarias, Vicente Ramos, en el vuelo de suelta hacíamos un tráfico con él, tras la primera toma él se quedaba en tierra y después hacíamos un par de tomas y despegues solos, así lo hicimos Javier y yo, cuando llegó el turno de Alfonso despegó solo y en vez de hacer los tráficos empezó a subir con la Piper Cub en una espiral, perforó la capa de nubes y desde el suelo lo oíamos volando sobre las nubes hasta que decidió volver. Así era Alfonso”.
Alfonso García Bach fue comandante en la primera etapa de Binter Canarias, cuando la aerolínea inició su andadura en marzo de 1989. Mano a mano con Ricardo Génova Galván y otros compañeros pilotos entraron a formar parte del proyecto, llamados por Carlos Gómez Campos, que fue el primer director de Operaciones de la entonces filial del Grupo Iberia, que inició su existencia con cuatro aviones CN-235. Años más tarde, cuando Alfonso ya había regresado a Iberia, tuvimos ocasión de coincidir y volar en varias ocasiones con él de comandante en el emblemático Boeing B-727 y en alguna ocasión en el Airbus A-340, en el que se jubiló. Hubo otros encuentros gratificantes revestidos de la amistad siempre bien entendida, aunque discrepáramos en más de una ocasión, algo que nunca condicionó nuestro entendimiento.
Descanse en paz el admirado y querido amigo Alfonso García Bach. Su alma de hombre noble y bueno vuela libre en las infinitas rutas del cielo que tanto amo y ahora vuelve a cruzarse en la mar océana, pues ésta, al igual que el espacio, fueron constantes vitales en el quehacer de este hombre singular, que se nos ha ido demasiado pronto. Siempre te recordaremos con el afecto, el cariño y la gratitud que te mereces, que es mucha, pues fue lo que recibimos de ti en vida.
Foto: Archivo de Juan Carlos Díaz Lorenzo