National Geográfic empieza su programa con imágenes del tsunami de 2018 del Pacífico y, enseguida, de Santa Cruz de La Palma. Justo después lo negro, en edición digital, la montaña tenebrosa, los volcanes.
Un geólogo llamado Valentín Trolls sube la ladera del Hoyo Negro explicando cómo brota el fuego desde las profundidades y la devastación que provocaría en Estados Unidos, a 5.000 kilómetros de distancia una erupción en lo que ellos llaman Cumbre Vieja. Dice que La Palma tiene un secreto letal que podría destruir la costa este de USA. El geólogo en cuestión se sube a un helicóptero y sobrevuela El Cabrito. Dice desde el cielo, con imágenes del Valle de Aridane, que hay un enorme agujero en el centro de la Isla. Luego colocan el mapa de la Isla todo en negro, con una línea de fuego que va desde Las Angustias, englobando La Caldera, hasta Fuencaliente.
Se ven los coches arrastrados por el agua y las olas en Nueva York, otra edición virtual muy efectiva.
Un ruido, dice un lugareño indonesio, las olas que lo destruyeron todo, mi casa quedó destruida, las olas me arrastraron 20 metros. Heridos y muertos bajo los coches.
Todo comenzó en el año 2002 desde que Simon Day, geólogo investigador de la University College de Londres nos puso en el mapa de los desastres de National Geográfic. Cumbre Vieja, decía.
Otra imagen en rojo y negro de La Palma, pero esta vez del subsuelo, a siete u ocho kilómetros de profundidad con una amenaza ardiente de hace 20 millones de años que quiere salir hacia fuera: puede provocar un tsunami que cruza el Atlántico.
Un experto en tsunamis llamado Stephan Grill muestra en su estudio a decenas de mapas interactivos de La Palma y comenta que el Cumbre Vieja derrumbaría 450 kilómetros de roca de volcán que acabaría en el océano, media isla se derrumbaría. Ciento ochenta mil pirámides de Egipto que caerían de golpe al mar. Olas de más de un kilómetro de alto, propagación de las olas por el Atlántico a 800 kilómetros por hora. El impacto en Estados Unidos, muerte y destrucción, a las doce horas. Es la Cumbre Vieja.
Imágenes de playas exuberantes y aguas cristalinas del sur de Estados Unidos, hoteles lujosos y vida alegre que serían devastados por Cumbre Vieja. El terror. Después, el tsunami de 11 de marzo de 2011, arrastrando casas, camiones y barcos de Japón. 15.000 víctimas.
El de Cumbre Vieja devastaría toda la costa este americana. Y es que Cumbre Vieja va, según los geólogos, desde El Refugio hasta Fuencaliente.
Imágenes del Teneguía y el globo terráqueo, de nuevo en negro, para volver a la vida en colores de la actividad de los negocios nocturnos de neón de la costa este de USA perseguidos por Cumbre Vieja, en una hipotética erupción. La ruina.
El Duraznero es visitado por el geólogo Trolls, imágenes del Guincho vertical: Cumbre Vieja, veinte kilómetros en sus cumbres. Peligro.
Cuando llega a Hoyo Negro habla del riesgo que supuso el volcán de San Juan. Seis erupciones en Cumbre Vieja. Todo podría caerse de golpe, volverse abajo. En 2017 descubrieron enjambres sísmicos.
Habrá un volcán y ese puede ser el que podría general el tsunami, dice el experto. Hay grietas de 1949 en tres kilómetros. Atisbo de la catástrofe americana. El geólogo, vestido con gorra y chaleco rojo, habla valientemente de las consecuencias del volcán desde el mismo volcán.
Y hubo erupción, vaya que sí la hubo, que no nació en Cumbre Vieja porque ni siquiera surgió en la cumbre sino entre las casas de Tajogaite. Lo que pasó fue la devastación de vidas, ilusiones, fincas y casas… pero no en Estados Unidos, que allí siguen sus costas con las aguas turquesas llenas de yates y hoteles.
Aquí, la ignorancia ajena y la estulticia palmera permitieron que las televisiones, digitales y radios rápidamente empezarán a llamar Cumbre Vieja al volcán que ni siquiera reventó en la cumbre que sólo los geólogos llaman Vieja y que se vincula a la infamia de la naturaleza cruel. Hasta los habitantes de las vertientes del sur, que nunca habían oído hablar de Cumbre Vieja hasta que Simon Day lo publicitó por todas las televisiones importantes del mundo, aceptan el topónimo impuesto por los medios de comunicación que ya hablaban de Cumbre Vieja como de devastación y barbarie.
La Palma queda unida a un nombre maldito por la inacción de los palmeros que no supimos ponerle nombre propio, el correcto, el de Tajogaite. Cumbre Vieja es el peor de los nombres que pudieran haber elegido: es terror, tsunami y muerte. Ya estamos vinculados de nuevo al tsunami de Simon Day. Ningún geólogo ha hablado de tsunamis, después del 19 de septiembre. Ya lo hicieron desde 2002. Y lo volverán a hacer lo más rápido posible vinculando al volcán Cumbre Vieja con el caos.
Hasta los técnicos de Involcan hicieron un llamamiento público para que el Volcán se llamara de Tajogaite. Ya fue tarde. Protagonismo científico de masas.
El volcán se llama por todos sitios Cumbre Vieja. Estulticia palmera.
Foto: cedida