La Unión Europea y los países integrantes del Mercosur, han sellado recientemente un acuerdo comercial de gran trascendencia, en un momento crucial para la geopolítica mundial. Esta alianza cuenta con partidarios y detractores. Preocupa que la política agraria de la Unión, tenga que competir en inferioridad de condiciones por estar sujeta a una regulación más exigente. En cualquier caso, se abre un nuevo escenario comercial con los países que forman la alianza Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo definió como un «acuerdo en el que todos ganan», que creará un mercado conjunto de 800 millones de consumidores y eliminará aranceles para más del 90% de los bienes. Y es que el impacto de las primeras decisiones anunciadas por el nuevo gobierno de estadounidense, se están dejando notar por otras potencias económicas, mientras tratan de sellar acuerdos comerciales ventajosos y libres de aranceles a toda velocidad. Los aranceles siguen siendo un tema controvertido. Algunos economistas argumentan que pueden estimular la producción nacional, como en el caso de los vehículos eléctricos en Estados Unidos, pero si no se manejan adecuadamente, podrían limitar el consumo y generar tensiones comerciales adicionales .
En 2023, la UE ya exportó 56 mil millones de euros en bienes a los países del Mercosur. De lo que no hay duda, independientemente de los desafíos, es que se dan las condiciones para un fuerte incremento de los tráficos marítimos atlánticos. Los productos procedentes de Mercosur son esencialmente carne, soja y azúcar y otras materias primas, mientras que Europa exportará bienes industriales, vehículos, productos farmacéuticos entre otros. Los agricultores latinoamericanos y los fabricantes de coches europeos serán los principales beneficiados.
Más allá del acuerdo UE-Mercosur, el escenario geopolítico latinoamericano, revela un intenso juego de influencias donde China, Estados Unidos y potencias europeas compiten por posicionarse estratégicamente en la región. Los proyectos de infraestructura logística emergen como verdaderos instrumentos de poder blando e integración comercial. Perú, Chile, El Salvador, Nicaragua han anunciado grandes inversiones en infraestructuras portuarias.
El proyectado del canal nicaragüense que conectaría el Océano Pacífico con el Atlántico, con una longitud de 445 km e impulsado por capitales chinos, simboliza esta nueva geopolítica. Concebido como una alternativa al Canal de Panamá, representa no solo una inversión en infraestructura, sino una contundente declaración de intenciones geopolíticas.
En Perú, el nuevo hub logístico de Chancay, desarrollado por la multinacional china COSCO, también ejemplifica esta tendencia. Su construcción no es casual: responde a una estrategia calculada de expansión de rutas comerciales sur-sur, reduciendo la dependencia de los tradicionales ejes norte-sur.
Este nuevo contexto geopolítico revela, que las infraestructuras portuarias ya no son meras instalaciones logísticas, sino verdaderos instrumentos de diplomacia y crecimiento económico. Los tráficos sur-sur se consolidarán así, como una alternativa real a los tradicionales circuitos comerciales, donde países latinoamericanos dejan de ser meros proveedores de materias primas, para convertirse en socios estratégicos.
Estas estrategias vuelven a resaltar la importancia de la costa de West África y sus infraestructuras. Prueba de ello las iniciativas en la política portuaria del país alauita, que ha lanzado una nueva ruta marítima entre Agadir y Dakar, para fortalecer el comercio con África Occidental, disminuyendo los tiempos de transporte para productos perecederos. Asimismo, con el desarrollo de la nueva infraestructura de Dajla, se pretenden transformar las dinámicas del transporte en África, una mayor entrada de productos en la zona subsahariana y la potenciación de servicios Short Sea Shipping con los estados vecinos.
El comercio marítimo Sur-Sur, se ha convertido en un eje estratégico, que está transformando las cadenas de suministro globales. Impulsado por inversiones en infraestructura portuaria, acuerdos comerciales clave y dinámicas geopolíticas emergentes, este fenómeno plantea retos y oportunidades para una economía mundial en constante cambio. Pero, sobre todo, un fortalecimiento de la actividad en el Atlántico Medio a todos los niveles. Sin ir más lejos, hoy se ha cerrado el paso por el estrecho de Kerch, tras naufragar dos petroleros rusos a causa de un temporal. El Gobierno ruso ha declarado la zona como restringida al tráfico marítimo y consecuencia de ello, suspendidas todas las exportaciones de cereal ruso y ucraniano que pasan desde el Mar de Azov al Mar Negro. Este accidente incrementará a corto plazo las exportaciones y demanda de cereal latinoamericano y una subida automática de los fletes de los graneleros.
El crecimiento de la infraestructuras portuarias en Asia y África y la apertura de nuevas líneas como las mencionadas anteriormente, refuerza la necesidad de modernizar los puertos europeos para mantenerse competitivos en este contexto. Esto incluye la adopción de tecnologías digitales, para optimizar la gestión portuaria y mejorar la conectividad intermodal. Países como los Emiratos Árabes Unidos y Turquía, están utilizando inversiones en puertos africanos para proyectar su influencia económica y militar en el continente. El tráfico marítimo Sur-Sur está transformando las dinámicas comerciales globales, ofreciendo nuevas alternativas a las rutas tradicionales y adaptándose a los nuevos desafíos. Con un enfoque en sostenibilidad, integración económica y resiliencia, el sur global no solo está tomando su lugar en la economía mundial, sino también redefiniendo cómo se moverán bienes y servicios en el futuro.
El transporte marítimo europeo se encuentra en una encrucijada donde convergen la sostenibilidad, la tecnología y la geopolítica.
Adaptarse a los desafíos y aprovechar las oportunidades, requerirá una colaboración internacional sólida, inversión en infraestructuras verdes, compromiso con la sostenibilidad, pero sobre todo una amplia visión estratégica de un entorno cambiante, al que nos debemos adaptar de manera constante para no llegar tarde al futuro.
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