Declarado monumento histórico artístico desde 1931, el puente romano de Cangas de Onís –que los locales llaman el “puentón”–, pueblo al que está estrechamente asociado aunque, en realidad, pertenece por mitad a los concejos de Cangas de Onís y Parres, es uno de los iconos patrimoniales de Asturias. Salva el curso del río Sella, que tiene en Arriondas uno de sus puntos más famosos con la explosión deportiva del piragüismo, que cada verano se convierte en un atractivo excepcional y muy recomendable.
Lo cierto es que, contrariamente a lo que se cree la tradición colectiva, el puente de Cangas de Onís no es romano, sino medieval. Algunas fuentes lo sitúan en el siglo XIII y otras lo atribuyen a los tiempos del reinado de Alfonso XI de Castilla, en la primera mitad del siglo XIV. Se sabe que hubo otro puente anterior de la época hispano-romana, que formaba parte de una calzada que enlazaba Lucus Asturum (Lugo de Llanera) y Portus Victoriae (Santander).
En los trabajos de restauración se han encontrado elementos de los arcos medievales utilizados como relleno y prestó servicio hasta finales del siglo XIX posibilitando el tránsito de carretas, siendo sustituido por un puente nuevo para hacer posible el tráfico rodado. De su estructura destaca su arco peraltado y otros dos arcos menores que son desiguales. En el segundo arco de la derecha se puede advertir la basa de una columna medieval reutilizada de una iglesia y en su muro izquierdo se ha reconstruido un arco de medio punto.
Según estudios documentales, el puente original tenía siete arcos y en su estructura actual ha sido restaurado en diversas ocasiones, siendo la más notable la realizada en 1876, como se acredita en una lápida situada en el punto central del puente, aunque también sería restaurado entre 1940 y 1943. Desde 1939 cuelga desde su gran arco central la mítica Cruz de la Victoria, que es el símbolo de Asturias –la que llevó consigo el rey Pelayo cuando ganó la batalla de Covadonga y se supone el inicio de la reconquista–, coincidente con el regreso de la venerada imagen de la Virgen de Covadonga desde su exilio obligado en París, tras el final de la guerra civil. Para recibir a la Santina, en Cangas de Onís sería construido sobre el puente nuevo un monumental arco de triunfo y todo el entorno se engalanó con gran profusión y elegancia.
Hemos de advertir, asimismo, que el puente y el inicio del antiguo reino de Asturias en el siglo VIII son dos elementos muy importantes en la historia de Cangas de Onís en su condición de capital y sede real. Razón por la cual figuran en el escudo municipal, en el que se observa una cruz de roble sobre la media luna en señal de la victoria de Covadonga situados sobre el puente romano y la leyenda latina Minima Urbium, Maxima Sedium (La más pequeña ciudad, fue la máxima sede).








Bibliografía:
Martín, Javier (2011). “Puentes”, en Historia de Iberia vieja, pp. 60-61.
Ribate Molina, Ignacio. «Puente romano de Cangas de Onís», publicado en rutasconhistoria.es
Fotos: Juan Carlos Díaz Lorenzo