Mi primera etapa de prácticas a bordo del vapor ”Antonio de Satrústegui” estaba transcurriendo de una forma más que satisfactoria. El buque y sus máquinas tenían un especial atractivo y la tripulación la formaba un equipo de buenos compañeros y maestros.
La estancia en el puerto griego de Itea fué algo más que provechosa. Hubo tiempo sobrado tanto para las labores estrictamente profesionales, pudiéndose aprovechar la estancias para efectuar reconocimientos y reparaciones en la máquina, así como para efectuar visitas al interesantísimo entorno arqueológico, caso de Atenas y su Museo Arqueológico, Delfos, el puerto de El Pireo, la subida al monte Parnaso….
Durante la estancia en Atenas tuve el privilegio de acompañar y tener como guía al Jefe de Máquinas, sobrado conocedor de la ciudad y autodidacta experto en cultura griega.Unos de los días de visita y después de una opípara comida en un chiringuito del puerto de El Pireo, en la que no faltó una exquisita cabeza de cordero al horno, aproveché una cabina telefónica cercana para telefonear a España y poner un poco al corriente a mis padres de lo que hasta el momento estaba siendo mi nueva vida.
Durante el transcurso de la conversación con mi padre, le indiqué que el próximo puerto de escala sería Casablanca. Aprecié en el una especial alegría en su voz mientras me pedía que hiciese todo lo posible por ir a visitar a su primo y amigo de la infancia Luis. La guerra civil los había separado y nunca más habían vuelto a verse. Le dije que me facilitarse su dirección para poder satisfacer muy gustosamente sus deseos, cosa que hizo mediante telegrama cuando ya nos encontrábamos navegando hacia la ciudad marroquí.
En marzo de 1936, los obreros del campo extremeño, hartos de esperar la aplicación de la Reforma Agraria optaron por llevarla a efecto, sin más razones que la desesperación por la falta de trabajo y la extrema miseria de ellos y los suyos. Bajo los auspicios de la FETT, dependiente de UGT, ocuparon miles de fincas del vasto territorio.
Luis García, que así se llamaba el primo de mi padre, dirigente de UGT en aquellas fechas, fue uno de los organizadores de las ocupaciones. Entre otras, de una cercana a la capital pacense de Bótoa. Su militancia y actividad en la citada organización sindical y su directa participación en la mencionada ocupación, fueron motivos más que suficiente para que los “cazarrojos” del yugo y las flechas se presentasen en casa para su captura y posterior traslado a las tapias del cementerio de San Juan, tras un esperpento de juicio sumarísimo, que fue lo que les ocurrió a otros menos afortunados.
Por fortuna para él un par de horas antes de la llegada del piquete a su domicilio, había traspasado “la raya” para refugiarse en Portugal. Tuvo suerte, ya que otros muchos fueron detenidos por la policía de Salazar e inmediatamente entregados a las autoridades pacenses para posteriormente aplicarle los” recursos” falangistas, bien el las tapias del cementerio o bien en la arena de la trísteme celebre plaza de toros, en muchos casos bajo la bendición y “perdón” suministrados por el tristemente célebre padre Lomba.
La ayuda de un militar portugués, simpatizante con la causa republicana española y gran persona, de apellido Seixa, fue determinante para que Luis y otros muchos salvaran la vida escapando por el puerto de Lisboa a bordo del buque “Nyassa”.
Los siete días que duró la travesía desde Itea a Casablanca gracias a una fuerte empopada, transcurrieron con total normalidad. Don Antonio, el jefe de máquinas, estaba muy satisfecho por lo bien que habían sido resuelto algunos problemas, muy especialmente los de un cojinete de bancada de la máquina principal, cosa que nos permitió aumentar revoluciones y ganar velocidad sin mayores problemas.
Su alegría se manifestaba de forma muy notoria con su fácil y muy sabia cháchara. Creo que no me equivocaría mucho diciendo que con don Antonio aprendí más de sus consejos y forma de ver y enfocar la vida, que de máquinas propiamente dicho. Solía decir que durante el periódo de prácticas, no solamente se debía de aprender el desarrollo e interpretacion del diagrama de Zeuner; para él, las experiencias vitales y las relaciones humanas en mar y tierra también formaban parte de la formación.
El manejo de la máquina durante la maniobra de entrada a Casablanca fue la primera de mi vida. Don Antonio, situado a una distancia prudencial, controlaba todas y cada unas de mis acciones con la válvula de cuello y el volante del cambio de marcha, a la vez le iba indicado al fogonero para mantener la presión de vapor lo más estable posible, como debía ir encendiendo o apagando mecheros en las tres calderas.
A las ocho de la mañana dieron el listo de máquinas y el jefe, que conocía el compromiso con mi padre, prácticamente me echó de allí.
– Chaval , vete para arriba, dúchate y márchate a conocer a la familia. Sobre la mesa de mi despacho hay una botella de whisky, cógela y llévales un presente… Así era el señor Yagüez.
Tras pedírle unas divisas a cuenta de mi primera nómina a Domingo el “radio”, cogí el pase de salida y la botella de whisky para salír a toda velocidad del barco. Pasé la aduana sin problemas e inmediatamente me dispuse a coger un taxi que me llevara a la dirección que figuraba en el telegrama enviado por mi padre.
Tras un descarado paseo turistico, con la descarada intención de incrementar la factura, el taxista me dejó en la puerta del primo Luis. Accioné el pulsador del timbre y al instante se abre la puerta. Lo que apareció allí no era una mujer, era una auténtica aparición. Al verme la cara de extrema y agradable sorpresa se sonríó.
-¿En qué puedo ayudarle…. ?, preguntó en agradable y musical francés.
-¿Vive aquí Luis Garcia….? . Le contesté en español
-Sí, es mi padre.
Tras mi presentación e identificación, un fuerte abrazo y un beso reafirmaron los vínculos familiares. Pasaron unos segundos en silencio por ambas partes mientras nos mirábamos a la cara. Una vez dentro de la casa y de una forma más que emocionada, me presentó a sus padres y a sus dos hermanos varones. A Luis, el padre, tras darme un fuerte abrazo, se le escaparon varias lágrimas y estuvo unos instantes poder articular palabras para acabar diciéndo:
– ¡Hijo de Juanito…..
Durante más de dos horas de emocionada conversación fuí poniéndolos al corriente de la situación familiar en España, a la vez que ellos me contaron llenos de nostálgia su forzada vida en Marruecos. La mujer de Luis, asturiana de nacimiento y de fuertes convicciones republicanas, hubo también de exiliarse a Marruecos donde ambos se conocieron y crearon una familia.
En la estancia de la casa donde estuvimos departiendo durante varias horas había un gran cuadro colgado con una fotografía de Luisa, que era el nombre de aquella belleza en bañador, una corona sobre la cabeza, un báculo en la mano y una banda sobre al pecho en la que se podía leer . Miss… el resto de la inscripción no se apreciaba.
-¿Eres tú…?
– Sí, he sido Miss Marruecos…
Fueron siete dias los que duró la carga fosfatos en Casablanca y siete días que la familia de mi padre se dedicó a hacerme la estancia lo más agradable posible en el París marroquí, que era como con orgullo llamaban los marroquiés a aquella ciudad de amor y novelas…
Tuve ocasión de llevar a Luisa un día a conocer el barco e invitarla a cenar y su llegada y estancia a bordo fue todo un acontecimiento.
-¡Pero chaval…¡, fue el saludo de recepción por parte de don Ignacio, el capitán.
-¡En el periodo de prácticas se debe practicar todo…, apostilló don Antonio.
No voy a negar que los días vividos en Casablanca me supo a poco, pero como ocurriría en otras ocasiones, la mar se ocuparía de poner millas por medio y dejar las cosas donde deberían estar. A veces los caprichos del destino hacen que se produzcan situaciones curiosas e inverosímiles, pero reales como la vida misma.
La persona con la que yo había programado el futuro de mi vida estaba un poco lejos de Casablanca y en aquella época atravesábamos una de las crisis que con cierta asiduidad nos han acompañado a lo largo de nuestra vida en común. Una vez finalizadas las prácticas de vapor, pasé por mi tierra unos días e hicimos las paces.
Aproveché la estancia en Badajoz para hacer la entrada oficial en casa de los padres de Marisol y allí tuve ocasión de conocer a su abuela materna, encantadora y dicharachera anciana con una especial inteligencia y memoria. Mi condición de marino le producía una especial simpatía. Un día me enseñó una foto de su único hermano que había emigrado por los años 20 del pasado siglo a Cuba, posiblemente en un buque de Trasatántica. También me mostró una foto de su marido junto a José Antonio Primo de Rivera. Al preguntarle por la historia de la foto, fue motivo más que suficiente para que me contase toda la vida profesional y política de Ezequiel, que así era se nombre.
Según contaba la abuela Julita, su marido había sido administrador de L.S, propietario, entre otras varias de una finca en Badajoz llamada Bótoa a la que había tenido que visitar en varias ocasiones y que su amistad con José Antonio le venía de su militancia al “partido” del que fue miembro destacado en Ciudad Real, que era donde tenía su residencia habitual…
Al final, y como puede verse por lo relatado, mi opción, al menos en la faceta amorosa, fue la “poco tolerable derecha”.
Así fue y así os lo cuento.