Su estampa marinera permanece inalterada desde que nació a la mar hace 42 años. Ahora se llama “Saebjorg” y es un buque-escuela propiedad del Centro de Seguridad Marítima y Entrenamiento de Supervivencia de Islandia, denominado Slysavarnafelagid Landsbjorg en lengua materna. Se trata del primer “Benchijigua”, el barco que inició las singladuras de Ferry Gomera en 1974 y señala el comienzo de un antes y un después en la historia contemporánea de la Isla Colombina.
Construcción número 712 del astillero Trondelag A/S, en Trondheim (Noruega), entró en servicio el 8 de julio de 1974 y para su importación fue preciso una autorización expresa del Consejo de Ministros, en tiempos de Luis Carrero Blanco. Recordamos su llegada empavesado, a comienzos del citado mes, al puerto de Santa Cruz de Tenerife, al mando del capitán Miguel Ángel Sánchez Conejo y el jefe de máquinas José García Oliva, entonces y durante mucho tiempo el primer y más antiguo tripulante de la recién fundada compañía.
Se discutió lo suyo para decidir el nombre del nuevo barco, con la condición expresa de que tendría que empezar por la consonante B, siguiendo la tradición de la flota de Fred. Olsen. Esa misión, en parte, fue encomendada al denominado Grupo Gomero –compuesto, principalmente, por el “almirante” Adolfo Trujillo, Domingo León, Lorenzo Cabeza y José Manuel Noda–, entusiastas defensores de su tierra y del nuevo proyecto. Se buscó y rebuscó en la toponimia insular –se apuntó la posibilidad de que fuera “Bejira”– y finalmente se propuso el nombre de “Benchijigua”. Al principio, dada su complicada pronunciación para la gente de fuera, no parecía tan fácil, pero acabó imponiéndose y se convirtió en un referente tan familiar como entrañable.
De 998 toneladas brutas, 435 toneladas netas y 482 toneladas de peso muerto, mide 68,79 m de eslora total –63,15 m de eslora entre perpendiculares–, 11,51 m de manga, 4,50 m de puntal y 3,45 m de calado máximo. Podía transportar 399 pasajeros y 67 coches y está propulsado por dos motores diesel Noab & Polar, con una potencia de 2.310 caballos sobre dos ejes y hélices de paso variable, que le permitía mantener una velocidad de 14 nudos. Código IMO 7382938.
El viaje inaugural del ferry “Benchijigua” se realizó el lunes 8 de julio de 1974. Cuatro días antes había llegado al puerto de Santa Cruz de Tenerife procedente de Trondheim y La Coruña. Un día después fue presentado a los medios de comunicación de la provincia tinerfeña y el fin de semana realizó varias maniobras en los puertos de San Sebastián de La Gomera y Los Cristianos. Hemos de tener en cuenta que entonces era un barco novedoso y los puertos no estaban preparados para su operativa, por lo que Ferry Gomera tuvo que equipar los atraques con rampas propias, hechas a la medida de sus necesidades.
El nuevo buque había costado 172 millones de pesetas y su importación fue posible al amparo del Régimen Económico y Fiscal (REF) de Canarias de 1971, para buques menores de 900 toneladas de registro bruto, cuyas directrices había trazado con indudable acierto el malogrado abogado tinerfeño Antonio Carballo Cotanda.
El primer “Benchijigua” ofrecía un nuevo concepto de transporte marítimo en Canarias, que era habitual en los países nórdicos. Se trataba de un ferry puro, con yelmo a proa y rampa a popa para el tránsito directo de coches, furgones, camiones, guaguas y remolques; servicios de restaurante –tenía uno muy coqueto debajo de la cubierta del garaje–, dos bares, televisión, solarium y estaba dotado de estabilizadores que hacía más placentera la navegación entre los dos puertos, en hora y media de viaje.
El pasaje costaba 280 pesetas para un adulto (340 pesetas si se incluía el transporte en guagua desde Santa Cruz de Tenerife, a cargo de la propia compañía, alquilado a Tenerife Bus). Un coche pagaba entre 500 y 700 pesetas, según el tamaño. Las salidas desde San Sebastián de La Gomera –su puerto de matrícula naval– se hacían a las 06, 11 y 19 horas; y desde Los Cristianos a las 8,30, 13 y 20 horas. Siempre pernoctaba en La Gomera, lo que permitió que prestara servicios impagables a horas intempestivas que están presentes en el imaginario colectivo.
El 8 de julio de 1974, a las 11 de la mañana, zarpó desde el puerto de Los Cristianos en su viaje inaugural. A bordo, entre las autoridades presentes, estaban el gobernador civil de la provincia, Rafael González Echegaray, destacado historiador naval santanderino, que había sido subdirector de Compañía Trasatlántica Española; el gobernador militar, general Rafael Facerías; el presidente de la Mancomunidad de Cabildos, Rafael Clavijo García y una amplia representación del sector empresarial y social. A su llegada a La Gomera fue recibido con chácaras y tambores y se procedió a la bendición del nuevo barco, a cargo del obispo de la Diócesis Nivariense, Luis Franco Cascón, actuando de madrina María Angélica Domingo, esposa del entonces vicepresidente de la naviera Álvaro Rodríguez-López Braun.
En octubre de 1980, relevado por el segundo “Benchijigua”, recibió el nombre de “Betancuria” y abrió la línea Corralejo-Playa Blanca. No hubo suerte entonces en unos puertos pequeños e inadecuados y un accidente determinó su inmovilización y exportación, siendo vendido en 1984 a la compañía islandesa Skallagrimur, que lo abanderó con el nuevo nombre de “Akraborg”. Por espacio de 14 años cubrió la línea Reykiavik-Akranes y en julio de 1998 fue vendido al citado Centro de Seguridad Marítima y Entrenamiento de Supervivencia, por entonces denominado Slysavarnarfelag y recibió el nuevo nombre de “Saebjörg”.
Buen momento para recordar la estampa marinera de este barco, los muchos viajes extraordinarios realizados para evacuar a heridos y enfermos y las reverencias marineras a la Virgen de Guadalupe en la fecha de su onomástica. Una apuesta de Fred. Olsen y de quienes entonces le acompañaban en el accionariado de Ferry Gomera –Leopoldo Boado y Endeiza, Álvaro Rodríguez-López Braun, Cándido García-San Juan y Antonio Carballo Fernández– y otros profesionales que con su esfuerzo, dedicación y lealtad hicieron posible la consolidación de la línea.
Un recuerdo de gratitud para Tomás Cerdeña Brito, Julio Mosquera Valeiras, Per Tonsager, Thor O. Lindberg y Laly Hernando; los capitanes Miguel Ángel Sánchez Conejo, Tomás González Sánchez-Araña y Servando Peraza García, que fueron sus titulares y quienes les hicieron relevos –José Manuel Pérez, Fernando Salvador Sánchez-Caro, José Luis Chinea López, José Ramón León Herrera, Maximiliano Plasencia Medel, Francisco Rodríguez Aguilar, José Chillón González y José Jiménez Gutiérrez–; así como su jefe de máquinas titular, José García Oliva, a quien ya nos hemos referido y sus relevos José Carlos García Rodríguez (que también estuvo en el astillero de Trondheim, durante la construcción del buque), Daniel Noda Mesa, José Yanes Griñán y Juan Imeldo Gómez Gómez y los demás tripulantes de cubierta, máquinas, cámara, subalternos y personal de tierra. Todos ellos y todos juntos, sin excepción, lograron convertir a su barco y su empresa en orgullo legítimo de La Gomera.
Fotos: archivo de José García Oliva, Robbie Shaw y Barry Graham