El portaaviones HMS “Queen Elizabeth” se encuentra desde ayer en Gibraltar, donde permanecerá el fin de semana, en una escala que forma parte de un entrenamiento de seis semanas de duración. A bordo se encuentra el 820 Escuadrón AeroNaval (NAS), que realiza diversos ejercicios. Aunque la autoridad portuaria del Peñón mantuvo el secreto de la llegada del buque, desde hacía días se había filtrado la posibilidad hasta que su presencia lo ha confirmado.
En marzo de 2016, la Royal Navy celebró con los fastos de rigor el bautizo del portaaviones “HMS Queen Elizabeth”, el mayor buque de guerra de la historia del Reino Unido. La reina Isabel II de Inglaterra hizo los honores del madrinazgo del buque que lleva su nombre y cuya presencia operativa afianza la posición del país como potencia naval. La ceremonia se celebró en el astillero de Rosyth.
En lugar de champán, fue bautizado con whisky de una variedad de la isla de Islay, en las Hébridas exteriores, proporcionado por la destilería Bowmore, en lo que se interpreta como un claro guiño a Escocia. Una decisión inusual que, sin embargo, tuvo notable eco en la prensa británica.
La reina apeló al orgullo patrio en el momento del bautizo, como también lo hizo el primer lord de Mar, almirante George Zambellas, que se refirió al nuevo buque insignia de la Royal Navy como “un ave fénix revestido de acero que dará el renacer del poderío naval británico”, cuando esté plenamente operativo en 2020.
Es un buque de 72.000 toneladas y 284 m de eslora. Tiene capacidad para 36 aviones F-35, además de helicópteros medios y pesados y puede embarcar un millar de soldados con todos sus equipos. El equipo propulsor le permitirá navegar 500 millas cada 24 horas, a una velocidad sostenida de 20,8 nudos. Tiene un gemelo en construcción que se llamará “Prince of Wales” y el coste de ambos ronda los seis billones de libras esterlinas, sin incluir los aviones.
Entre las novedades destacan dos “islas” sobre cubierta situadas a la banda de estribor. La tecnología de radares permitirá una visión inmediata de 250 millas de distancia y el rastreo en tres dimensiones de algo más de mil objetivos del tamaño de una pelota de tenis que se mueve a 2.000 millas por hora. La autonomía se estima en 10.000 millas. La tripulación permanente será de 679 personas y se ha previsto un máximo de 1.600 tripulantes.
Foto: Francis Ferro