Un viaje a Asturias después de una prolongada ausencia nos brindaría la oportunidad de conocer en detalle el pasado del entramado industrial de la entrañable ciudad de Avilés y, al mismo tiempo, un recorrido detenido por el interesante y atractivo poblado de Llaranes, al que habíamos estudiado en nuestra etapa universitaria. Teníamos, desde entonces, anotada una visita pendiente que felizmente se hizo realidad y disfrutamos, gracias a la generosidad de amigos asturianos de días felices (a quienes reiteramos nuestra sincera gratitud), un recorrido exhaustivo por sus calles y puntos neurálgicos, lo que nos haría comprender en toda su amplitud la envergadura de este caso atípico de ciudad industrial.
En tan solo ocho años la población de Avilés se duplicó, pasando de 21.655 habitantes en 1950 a 42.134 en 1958. Los avilesinos motejaron con el apodo despectivo de “coreanos” –la guerra de Corea, con sus largas colas de refugiados, estaba presente en la memoria colectiva– a quienes habían llegado desde fuera, principalmente del sur de la península y entonces surgieron nuevos barrios, como Llaranes, La Marzaniella, Trasona, Las Estrellas y La Rocica en Villalegre y el grupo de viviendas para ingenieros en el centro urbano de Avilés. Todo ese conjunto, como precisa Jorge Bogaerts, se construyó entre 1953 y 1959 al amparo del decreto de 19 de octubre de 1951, aunque en su mayor parte estaba realizado en 1957 y se inauguró oficialmente el 18 de julio de 1956.
Un poblado ferroviario próximo al embalse de La Granda no llegó a construirse. En 1957 se inauguró un embalse en Trasona con una capacidad para 4,10 hectómetros para garantizar el suministro de agua a la factoría. Estaba en servicio desde el año anterior y recibía el agua desde el río Narcea a través de grandes tuberías en un recorrido de varios kilómetros.
En el caso de Llaranes se decidió construir un poblado obrero modélico en el que se alojarían 2.160 familias siguiendo el criterio de ciudad-jardín dotada de todo tipo de servicios acorde con la idea paternalista y la propaganda política de la época. Proyectado por los arquitectos Juan Manuel Cárdenas Rodríguez (1919-2001) y Francisco Goicoechea Agustí (1919-1980), ambos titulados en 1947 y contratados por Entrecanales y Távora, los autores plantearon un diseño de ciudad ideal e independiente dotada de grandes zonas verdes y edificios de uso público, así como una tipología según la categoría laboral del trabajador, de ahí que los obreros ocupaban los edificios denominados “pabellones” y “pantallas”, viviendas de 62 metros cuadrados; los capataces vivían en unos bloques diferentes de 76 metros cuadrados que tenían jardín privado, mientras los peritos residían en La Rocica y Las Estrellas en unas viviendas de 96 metros cuadrados y los ingenieros en pisos que oscilan entre 283 y 308 metros cuadrados en los bloques de Fernández Abarca, en el centro de Avilés.
Desde el punto de vista urbanístico, el proyecto era bastante atrevido hasta el punto de que, en la actualidad, se trata de una notable referencia a nivel nacional e internacional. Una referencia extraña, si se quiere –como señala Alberto del Río Legazpi–, para la época en la que se construyó, pues por entonces se edificaron en Avilés barriadas como La Carriona y La Luz, donde predominan los mamotretos verticales.
Llaranes era un injerto en Asturias de una población de estilo anglosajona, horizontal en el crecimiento, con el añadido de tejados de pizarra en todas las viviendas que fue fruto de una transacción comercial y no de un toque nórdico, como también se ha interpretado. El eje central está formado por la plaza mayor como epicentro de la vida social y la iglesia parroquial de Santa Bárbara que se levanta sobre la colina de El Carbayéu, en la que destaca un Pantocrátor en el altar mayor y frescos y vidrieras de Javier Clavo, un artista de escuela italiana que basculaba entre el clasicismo y las vanguardias y reflejó caras conocidas entre los angelotes al igual que en otros personajes, incluido él mismo y que representan a los apóstoles.
La plaza mayor, de corte clásico, está dispuesta en forma de U con soportales que alojan locales comerciales, en los que abrieron sus puertas Correos, Telefónica, una entidad bancaria, una farmacia y otros establecimientos. El edificio central, con connotaciones de ayuntamiento, aun no siéndolo actuaba como centro asistencial de servicios sociales. Las calles construidas en la zona baja llevan nombres de ríos asturianos y de montes las que están situadas en la parte alta, donde se eleva la iglesia. La mayoría de las reparaciones de las viviendas corrían a cargo de la empresa y las fachadas de las casas se pintaban con regularidad, cuidándose con esmero calles, jardines y parque, algo bastante excepcional en una época de escasez.
La urbanización incluye dos colegios (masculino y femenino), un parque infantil, una gran zona deportiva concentrada en el estadio “Juan Muro de Zaro”, actual estadio “Santa Bárbara”; un centro sindical con salón de actos, un economato y una bolera. Asimismo, en las proximidades de “la fabricona” se situó un edificio destinado a hospital, conocido como “hospitalillo” y al sur del complejo de Llaranes un centro de formación profesional que comenzó a funcionar a partir de 1969. Unos meses antes, el 26 de julio, Franco visitó Llaranes el mismo día en que se inauguraba el aeropuerto de Asturias y el encendido del último alto horno.
Debido a la enorme demanda de productos para abastecer a una población de cinco mil personas, el primer economato –en el que se vendían las mercancías a precio de coste– se quedó pequeño y se hizo preciso construir uno mayor, que fue inaugurado en agosto de 1962 y desde 1995 está gestionado como supermercado por una empresa privada. La sociedad de Llaranes formó diversas asociaciones, grupos folclóricos, equipos de fútbol y otros deportes y consolidó una identidad propia, que es ejemplo de convivencia ciudadana en Asturias.
ENSIDESA construyó las viviendas para asignarlas en régimen de alquiler a sus obreros y que tuvieran familia numerosa. En 1964 se concedió la posibilidad a los inquilinos de adquirirlas en propiedad, al mismo precio del alquiler y un plazo de 30 años. El barrio de La Luz, ejemplo de hacinamiento y carente de infraestructuras adecuadas, se construyó por iniciativa privada y después fue adquirido por ENSIDESA. En ellos también encontraron vivienda los trabajadores de la Empresa Nacional de Aluminio (ENDASA), que luego evolucionaría a INESPAL y más tarde a Alcoa y una parte de los trabajadores de Cristalería española (CESA) y Asturiana de Zinc.
Junto a la vivienda, la educación tuvo carácter privada y gratuita atendida por la Iglesia católica, en la que los salesianos se ocupaban de los niños y las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de las niñas. La enseñanza se impartía en unas aulas modulares de medio cilindro denominadas “tubos” construidos entre 1956 y 1959, con capacidad para 54 escolares, diseñados por los arquitectos Cárdenas y Goicoechea, mientras que los escolares de enseñanza secundaria disponían de autobuses, también gratuitos, para el traslado a los centros educativos de Avilés.
Sin embargo, a partir de 1983, ENSIDESA comenzó a abandonar la mayor parte de sus relevantes actividades sociales, momento en el que la empresa pública se encontraba sumida en una grave crisis sectorial y Llaranes sobrevive desde entonces como testimonio de aquel pasado de esplendor que generó en avilés gigantescos efectos industriales y sociales.



Bibiografía:
AA.VV. (2004). Hierro y acero ante la mundialización: una perspectiva histórica. Manuel-Jesús González (director). Aceralia Grupo Arcelor, Avilés.
Ballestero, Alfonso (1993). Juan Antonio Suanzes 1891-1977. La política industrial de la posguerra. Lid Editorial Empresarial, León.
Bogaerts, Jorge (2004). Hierro y acero ante la mundialización: una perspectiva histórica,. Aceralia, Oviedo.
De la Madrid, Juan Carlos (1997). Avilés, una historia de mil años. Ediciones Azucel, Gijón.
Del Río Legazpi, Alberto. “Poblado de Llaranes, admiración urbanística”. Publicado el 3 de julio de 2016 en blogs.elcomercio.es.
Fernández García, Aladino y Fernández Soto, Manuel (2003). “Avilés: una transformación reciente inconclusa”. Regeneración urbanística y territorial integrada. La comarca de Avilés. Grupo de Estudios Jurídico-Sociales sobre territorio y desarrollo sostenible. Universidad de Oviedo.
Fotos:
Col. Luis Iglesias. Nuestro agradecimiento. Fotos en color actuales de Juan Carlos Díaz Lorenzo
(*) Doctor en Ingeniería Marina (Universidade de A Coruña). Máster en Ciencias de la Comunicación (Universidad de La Laguna). Licenciado en Historia del Arte (Universidad de Santiago de Compostela).