La entrega del petrolero “Monte Udala”, construido en el astillero de Puerto Real, Cádiz, marca un hito en la historia de la construcción naval española y de la empresa pública Navantia, pues es el primero que sale de un astillero nacional en los últimos veinte años. Se trata del primero de cuatro buques tipo suez-max contratados por Ondimar Transportes Marítimos, una empresa del Grupo Ibaizábal controlada por Alejandro Aznar, quien ha hecho una apuesta decidida por la industria nacional en unos momentos en los que la competencia de los astilleros asiáticos resulta asfixiante.
Esa decisión del naviero vasco heredero de la saga de Naviera Aznar –cuya contraseña enarbola en el tope– ha generado una carga de trabajo importante para el astillero de Puerto Real; también para la industria auxiliar, y en menor medida para el astillero de Ferrol, que ha construido algunos macros luego transportados por vía marítima hasta Cádiz, donde se ha procedido a su ensamblaje. Todo ello se traduce en un movimiento económico considerable, del que no solo se benefician los empleos directos, sino también los indirectos, que son muchos, pues resulta impresionante comprobar todo lo que se mueve alrededor de una actividad de este tipo.
Con este contrato, la empresa pública Navantia ha vuelto a la construcción de petroleros y lo ha hecho en colaboración con el astillero Daewoo, que actúa como socio tecnológico, pues en su día se acordó la adopción de un proyecto experimentado que cumpliera con las exigencias medioambientales y de mercado. Razón por la cual la firma coreana aporta las patentes, la tecnología, los bienes de equipo y la supervisión compartida con los ingenieros de Navantia, que pone la mano de obra en cada uno de los procesos (montaje, instalación y pruebas) y la entrega del buque llave en mano.
En realidad, este contrato, firmado en junio de 2015, es una herencia con la que se ha encontrado el actual equipo directivo de Navantia, de ahí su prudencia ante la posibilidad de construir uno o dos petroleros más, algo que, a priori, parece que está descartado. Ayer, la presidenta de SEPI, Pilar Platero, evitó pronunciarse sobre el asunto y los sindicatos ya están mostrando su inquietud por el futuro del astillero gaditano cuando finalice el actual programa. En 2016, Navantia registró unas pérdidas de 303 millones de euros; en 2017 se espera una cuantía similar, pero en 2018 se confía en lograr un giro radical.
En la prensa gaditana, que sigue muy de cerca la evolución del proceso, se afirma que Daewoo ha impuesto los costes de la obra, y aunque el precio de cada buque es muy competitivo en el mercado internacional, sin embargo la rentabilidad para Navantia está en duda. De ahí que uno de los objetivos irrenunciables de su actual presidente, Esteban García Vilasánchez –un hombre de la casa de perfil técnico y en el cargo desde abril de 2017, casi dos años después de la firma del contrato–, consiste en cambiar el curso de los acontecimientos, es decir, contener las pérdidas, asegurar la rentabilidad mediante nuevos contratos nacionales y extranjeros (Arabia Saudita y Australia, entre otros) y la modernización de las factorías en lo que se ha denominado programa Astillero 4.0.
Pieza clave en el futuro de Navantia es el plan estratégico, del que ya nos hemos referido en esta misma sección y que se pretende esté firmado antes de verano. El asunto tiene su enjundia, pues como ha resaltado la presidenta de SEPI, permitirá que los astilleros públicos ganen no solo en eficacia y competitividad, que es algo fundamental, sino también en rentabilidad; todo ello es un reflejo de la apuesta del Gobierno nacional por el afianzamiento de Navantia como una empresa estratégica de la economía nacional. A ello contribuye la mayor proyección internacional de la empresa pública mediante alianzas estratégicas, así como contratos de relevancia caso del mantenimiento de buques militares de la U.S. Navy y reparaciones navales de buques metaneros, que requieren de una elevada especialización.
La entrega llave en mano del petrolero “Monte Udala” se celebró ayer en el astillero de Puerto Real con la solemnidad debida. La ceremonia de bautizo de la construcción número 540 fue amadrinada por Mónica Aznar, hija de Alejandro Aznar, quien cumplió con la liturgia de romper una botella de vino español contra el casco del buque a flote, pues ha sido construido en dique seco y no sobre grada, con lo cual no hubo botadura, sino flotadura. El dique de Puerto Real es uno de los mayores de Europa, fruto del proyecto NABAC y está dotado con dos espectaculares grúas tipo pórtico, que posibilita el trabajo simultáneo.
Han asistido, entre otras personalidades, la presidenta de SEPI, Pilar Platero; el consejero-delegado de CEPSA Corporate, Pedro Miró, y el presidente de Navantia, Esteban García Vilasánchez. Hemos de destacar el optimismo y la visión de Alejandro Aznar, quien sugirió en su discurso la posibilidad de que Navantia asuma el liderazgo en la construcción de petroleros y quimiqueros, que ahora tienen los astilleros asiáticos.
El nuevo petrolero entra al servicio de CEPSA en un contrato “time charter” de larga duración, al igual que lo hará el segundo, para el abastecimiento a las refinerías de Algeciras y Huelva, mientras que los dos siguientes serán fletados por la compañía francesa Total. El segundo petrolero, llamado “Monte Urbasa”, está en fase avanzada de armamento en dique, mientras que el tercero, que se llamará “Monte Urquiola”, se encuentra en sus comienzos. Sin embargo, en poco tiempo, tendrá «forma de barco». La carga de trabajo ha devuelto la estabilidad laboral al astillero de Puerto Real, con picos de actividad de casi tres mil trabajadores, después de varios años de sequía y frecuente conflictividad.
La superestructura del petrolero “Monte Udala” tiene una estampa marinera llamativa, con franjas blancas y negras, característica de otros buques de Ondimar. De 156.000 toneladas de peso muerto, mide 274 m de eslora total, 48 m de manga y 23,7 m de puntal. Tiene una capacidad de carga de 175.000 metros cúbicos en doce tanques y dos slops y está propulsado por un motor de nueva generación de 14.275 kW de potencia sobre un eje, que le permite mantener una velocidad de 15,5 nudos a plena carga, con un calado de 16 m. Está abanderado en el registro especial de Madeira (Portugal) y dispone de alojamiento para 36 tripulantes. La autonomía se estima en 22.000 millas y tiene asignado el código IMO 9785823.
Foto: Navantia (facebook)