Desde la apertura de la fisura del Llano del Banco, el 8 de julio de 1949, la lava del volcán de San Juan se vio favorecida en su descenso por el desnivel del terreno, y amenazó desde el primer momento a la histórica ermita de San Nicolás de Bari, en Las Manchas. Cuando lo inevitable parecía que iba a cumplirse, el párroco de la época, Blas Santos Pérez, hizo en público una promesa de levantar un monumento a Nuestra Señora de Fátima, por la que sentía una especial devoción, y la lava desvió su curso y pasó a unos cien metros de la iglesia.
Desde las últimas horas del día anterior, la ermita había sido desmantelada ante la previsión de que la lava pudiera caer sobre el barrio de Las Manchas. Las imágenes religiosas y los útiles litúrgicos fueron trasladados a la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, en Los Llanos de Aridane, y todo lo que se pudo rescatar (maderas, puertas, ventanas, retablo, campana, bancos, etcétera) también fue puesto a salvo.
En unos años de penurias económicas, agravados por los daños que causó la erupción, los vecinos de Las Manchas, y aun los habitantes de otros pueblos cercanos, se preocuparon de que se construyera el monumento prometido, que puede contemplarse en majestuosa presencia en lo alto del pueblo de Las Manchas.
La imagen, tallada en granito puro y de un color terroso pálido, mide unos dos metros de altura, pesa tonelada y media y fue realizada en los talleres escultóricos del constructor Raimundo Vázquez Fernández, en 1951, como así lo atestigua una placa conmemorativa adosada en un lateral.
El boceto fue diseñado por el director de Regiones Devastadas, Gonzalo Cárdenas, buen amigo del ministro Blas Pérez González. El marco, coronado por una cruz que soportan hojas de acanto, llama poderosamente la atención y está construido en cemento y piedra volcánica. Delante tiene una plaza y un altar sobre adoquines de lava, con dos accesos independientes.
La imagen de Nuestra Señora de Fátima fue bendecida el 28 de abril de 1952 en un solemne acto religioso celebrado en el instituto femenino “Rosalía de Castro”, en Santiago de Compostela, y estuvo presidido por el arzobispo de Compostela, cardenal Quiroga Palacios, quien pronunció “una elocuente plática de elevados tonos patrióticos destacando la hermandad canario-galaica”, según destaca la crónica de Diario de Avisos.
En la ceremonia estuvieron presentes el ministro de la Gobernación, Blas Pérez González y su esposa, Otilia Martín Bencomo, quienes ostentaban, asimismo, la representación oficial del jefe del Estado y la esposa de éste, Carmen Polo, que habían apadrinado la réplica de la imagen destinada a Las Manchas, monumento “que perpetuará el hecho extraordinario” de que la lava del volcán de San Juan no arrasara la ermita.
La prensa gallega y la canaria destacaron ampliamente la bendición de la imagen, con amplias crónicas y fotografías alusivas al acto. El final de la jornada tuvo un carácter apoteósico, al concentrarse numerosos grupos de gaiteros, que llegaron a Santiago de Compostela desde todos los rincones de Galicia. El presidente de Compañía Trasatlántica, Juan Claudio Güell, ofreció el traslado gratuito de la imagen hasta Santa Cruz de Tenerife a bordo del “liner” «Satrústegui» y luego, hasta la capital palmera, en el vapor «Ciudad de Melilla».
La recepción oficial de la imagen se celebró el 18 de mayo siguiente en la parroquia de San José, en la capital tinerfeña, en un acto que estuvo presidido por el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Carlos Arias Navarro, en unión de otras autoridades, jerarquías y representaciones. Esa misma noche fue embarcada en el puerto tinerfeño y al día siguiente, con el barco empavesado, fue recibida en Santa Cruz de La Palma por una gran muchedumbre y con todos los honores.
De la crónica del acto religioso celebrado en la iglesia de San José, firmada por el periodista tinerfeño Luis Álvarez Cruz, testigo presencial de la erupción del volcán de San Juan, entresacamos los dos párrafos siguientes («El Día», 20 de mayo de 1952):
“Nuestra capital, que con tanta emoción y reverencia recibió la sagrada imagen de Nuestra Señora de Fátima, donada por Galicia a la Isla de La Palma, con el fin de que sea emplazada en la misma linde donde se detuviera, a su conjuro milagroso, a su celestial intercesión, la arrolladora lava del volcán que un día arrancara a la bella isla de su plácido remanso de belleza para sumirla en la angustiosa zarabanda de los terremotos devastadores, se dispone hoy, domingo, a despedirla en el marco de un acto apoteósico que, por otra parte, será algo así como el preludio de los actos que se preparan en La Palma a su llegada, y en los que de seguro el católico corazón de aquellas gentes latirá con renovado ritmo, con más vivo compás, con más entrañable isocronia”.
“Galicia y Canarias, estrechamente unidas bajo una tutela común, bajo un mismo signo, se estrechan la mano conmovedoramente en estas jornadas grandiosas de fe católica y de piedad española. La sagrada imagen, erigida al pie de la lava negra del volcán de Las Manchas, pregonará en La Palma la maravillosa unidad entre gallegos y canarios, que es símbolo a la vez de la gran unidad española. Y allí recibirá, en las fervorosas preces palmeras, el común deseo de que aparte el mal de las dos bellas regiones españolas, presidiendo e inaugurando una era de próspera felicidad, que bajo su milagrosa tutela es posible; apartando de la isla la desventura, lo mismo que en otro tiempo apartara el curso impetuoso de la lava volcánica que descendía desde la cumbre para anegar el risueño valle en su oleaje de fuego”.
La construcción del monumento, por diversas causas, se retrasó ocho años y sufrió algunas modificaciones respecto de su diseño original. El 24 de junio de 1960, día de mucho calor, se procedió a su bendición en presencia del gobernador civil de la provincia, Manuel Ballesteros Gaibrois y el alcalde de El Paso, Santiago García Castro, quienes pronunciaron emotivos discursos.
Publicado el 29 de julio de 2007 en Diario de Avisos.
Fotos: Fernando Rodríguez Sánchez y Juan Carlos Díaz Lorenzo