El mirador de Las Indias es parada obligada para propios y foráneos. Lo era incluso antes de que existiera, cuando el curso de la carretera general siguió su andadura por el flanco oeste de la isla a comienzos del siglo XX. Desde entonces conocemos imágenes en las que se ven las casas del barrio en la pronunciada pendiente, las mismas que algún escritor dijo que parecía se iban a precipitar por el acantilado.
Las Indias debe su nombre a la existencia de la Fuente Santa. Las viejas casas de piedra sirvieron de alojamiento a los enfermos que acudían a tratar de aliviar sus dolencias en los baños de aguas termales a marea baja del manantial prodigioso. Algunos autores sostienen que la presencia de enfermos venidos de América en el siglo XVII dio nombre a este enclave. No lo tenemos tan claro. Lo que sí sabemos es que posee el clima más benigno del municipio y durante años ha sido el más poblado.
En las zonas medias dominan los arenales y los cultivos de viñedos. En la plataforma costera, en los últimos cincuenta años ha florecido el cultivo de la platanera con tierras vegetales traídas de la zona de cumbre de El Paso y el milagro del agua que recorre más de ochenta kilómetros desde Barlovento. Una potente instalación hotelera espera mejores tiempos. El litoral está protegido y alberga a la reserva marina de La Palma a partir de la Punta del Hombre. El viejo camino real, llamado también calzada de Juan Pérez, evoca la comunicación terrestre de años idos para siempre.
Foto: archivo de Juan Carlos Díaz Lorenzo