Es conocida la existencia de una guerra soterrada entre las principales aerolíneas para garantizar su crecimiento atrayendo a los pilotos con el ofrecimiento de mejores sueldos y otras prebendas. Las licencias B-737 –serie 800 y la familia A320 son las más demandadas en la actualidad. El ejemplo más reciente lo tenemos en el tremendo lío que ha montado Ryanair con el recorte de unos dos mil vuelos de su programación hasta finales de octubre, lo que se traduce en unos 300.000 pasajeros afectados, porque no tiene pilotos suficientes para cumplir con su programación.
Una movida que según el excéntrico O’ Leary le va a costar a las arcas de su empresa algo así como 25 millones de euros. No se asusten. Ya se inventará alguna vuelta a la tuerca sobre los sufridos pasajeros para recuperar más pronto que tarde esa cantidad y sobrepasarla. Ryanair es la mayor aerolínea europea de bajo coste, con una flota de 420 aviones y una capacidad de transporte aproximada de 120 millones de pasajeros anuales.
Norwegian, que tiene otras formas en el trato, crece y crece y necesita pilotos, buenos pilotos y los hay. No están en el paro, sino que están volando y tienen acreditada su profesionalidad. Solo en este año, la low cost nórdica ha aumentado su flota en otros 32 aviones. ¿Dónde están, pues, los buenos pilotos? En la inmediata competencia. Y hacia ella dirigen su estrategia de captación. Buen momento quizás para que la arrogancia impertinente de algunos departamentos de RR.HH. se replanteen algunas actitudes.
Foto: Paul Lucas