En 1966, en plena guerra fría, los servicios de inteligencia occidentales quedaron desconcertados cuando advirtieron la existencia de lo que entonces dieron en denominar “objetos masivos” e incluso “monstruo del mar Caspio”, pues allí era donde habían sido localizado y se desplazaba a una gran velocidad. Se trataba del ekranoplano KM, proyectado por el ingeniero Alekseyev, que fue utilizado durante catorce años como laboratorio de pruebas de las fuerzas militares de la URSS, hasta que un accidente ocurrido en 1980 acabó con su existencia.
El ekranoplano KM medía 92 m de longitud, 36 m de envergadura y 22 m de altura y se le calcula un peso de 544 toneladas. Estaba propulsado por diez motores Dobryin Vd-7, situados cuatro a cada lado del morro y dos junto a la cola, que conseguían elevarlo por encima de 30 cm sobre el nivel del agua a una velocidad máxima de 350 nudos y una velocidad de crucero de 232 nudos, lo que le permitía una autonomía de dos mil kilómetros.
En su diseño se había proyectado para que se desplazara a unos cuatro metros sobre la superficie del agua, pero las diferentes pruebas demostraron que su altura óptima estaba en veinte metros. Podía maniobrar con precisión en olas de cinco metros y, sin embargo, una ráfaga de viento –al menos esa es la versión oficial que circula– acabó por desestabilizarlo y el piloto siguió un procedimiento contrario al establecido y acabó estrellándose contra el agua y hundiéndose a continuación.
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