El día después de la tragedia de Los Rodeos, el pueblo tinerfeño estaba sobrecogido por la dura realidad del que ha sido el mayor accidente de aviación en tiempos de paz. Desde que llegaron las primeras noticias de que algo muy grave había ocurrido en el aeropuerto, cientos de profesionales sanitarios acudieron voluntariamente a sus puestos de trabajo y al propio aeropuerto para ponerse a disposición de las autoridades en una de las misiones más difíciles que les haya podido suceder.
Lo hicieron también bomberos, policías, guardias civiles, policías locales, militares de los tres Ejércitos y un sinfín de ciudadanos anónimos, impelidos por un sentimiento unánime ante la que ha sido una de las más importantes demostraciones de solidaridad de todos los tiempos. Aún desde la tristeza más profunda, el pueblo de Tenerife puede sentirse orgulloso de su respuesta ante una tragedia de tal envergadura. Llegaron innumerables muestras de condolencia y pesar desde todo el mundo y a todos los niveles.
El día después las imágenes de la tragedia impresionaron aún más a la opinión pública, cuando las primeras páginas de los periódicos y en las noticias de Televisión Española mostraron el alcance de lo ocurrido. El hangar del aeropuerto se convirtió en un monumental tanatorio en el que los forenses y el personal especializado trabajaron durante días identificando cadáveres para su posterior repatriación
El aeropuerto permaneció cerrado mientras se retiraban los restos de los aviones y los técnicos estudiaban todos los detalles de la tragedia sobre el terreno. El suceso fue triste portada a nivel mundial y desde entonces, cada 27 de marzo, el calendario y la memoria colectiva nos recuerdan la tragedia ocurrida en Los Rodeos. Aquella situación forzó la apertura del nuevo aeropuerto del sur y hasta que se recuperó la normalidad, tendría que pasar mucho tiempo.
Foto: Antonio García Rueda (Foto Rueda)