En la última etapa de su dilatada vida marinera, Trasatlántica vendió en 1961 a plazos, a la sociedad Pescanova, el histórico trasatlántico “Habana”, que así se llamaba desde abril de 1931, a la proclamación de la Segunda República, el que había sido uno de los barcos emblemáticos de la compañía del marqués de Comillas. Casi siete años se habían empleado en la construcción del trasatlántico “Alfonso XIII”, construcción número 1 del astillero de la Sociedad Española de Construcción Naval en Sestao.
La recién nacida Pescanova, que había planificado objetivos muy ambiciosos para la pesca de gran altura, precisaba de un buque nodriza de gran capacidad y la mejor oportunidad se presentó con la adquisición del veterano trasatlántico, cuyo papel en las líneas de América había quedado relegado a un discreto segundo plano, con alojamiento para un centenar de pasajeros, aunque poseía una gran capacidad de bodega y como tal carguero cumplía su cometido.
En febrero de 1962, el trasatlántico “Habana” salió de su fondeo en la ría de Vigo tras la estela del remolcador holandés “Clyde”, rumbo al astillero ASTANO, en la ría de Ferrol, donde se procedió a su transformación en buque factoría. Para ello se le amplió la superestructura hacia popa, modificándose escotillas, entrepuentes y bodegas y se le instalaron los equipos industriales necesarios para su nuevo cometido.
Renombrado “Galicia” y con el casco pintado de gris-verde claro y en la chimenea la contraseña de Pescanova, el 7 de septiembre de 1964 se hizo a la mar en su primera campaña acompañado por diez pesqueros arrastreros que habían sido construidos en el astillero Hijos de J. Barreras, llamados “Lérez”, “Louro”, “Eume”, “Avia”, “Eo”, “Allones”, “Saa”, “Ulla” y “Umia”.
Resultado de la transformación realizada en ASTANO, tenía capacidad para 3.000 toneladas de pescado en bodegas frigoríficas y una producción diaria de unas 100 toneladas. A bordo, además del procesado, congelación y empaquetado de la pesca, disponía también de taller, almacén de respetos, hospital y suministro de agua.
En 1971 regresó al astillero de la Empresa Nacional Bazán en Ferrol para el cambio de las siete calderas escocesas, de llama en retorno, que consumían fuel, por otras más modernas. Durante ocho semanas permaneció en la factoría ferrolana y a su término regresó a los caladeros del sur, propulsado por dos turbinas de vapor Parsons, que eran las originales del buque.
Recordamos verlo en sus escalas en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, chorreando el óxido por los costados y con un penetrante olor a pescado, propio de su condición. Durante casi once años permaneció en su cometido de buque factoría en aguas del África del Sur y en 1975 regresó para el desguace. En la ría de Vigo permaneció fondeado hasta febrero de 1978, en que llegó la autorización oficial que puso fin a su dilatada vida marinera.
Foto: archivo de Vicente Sanahuja