La sección sindical del Sepla en Vueling ha convocado cuatro días de paros en la aerolínea del holding IAG, lo que supone un aviso a navegantes, un toque de atención ante lo que el otrora poderoso sindicato venido a menos considera “reiterados incumplimientos” de aspectos varios del convenio, entre ellos la regulación de las bases fuera de España y los inconvenientes que ello les supone. Las fechas son los días 25 y 26 de abril y 3 y 4 de mayo.
Una medida de presión mientras llega la negociación y en el ambiente flota el recuerdo de la crisis vivida en el verano de 2016, fruto de una programación sobredimensionada que derivó en retrasos abultados y cancelaciones que sufrieron miles de pasajeros. Una situación que, de materializarse, será la primera huelga en la historia de Vueling y afectará al momento dulce de la cuenta de resultados de la aerolínea.
Los pilotos dicen que han hecho concesiones en los años difíciles para que Vueling haya mantenido su programación. Dicen que cobran un 30% menos de media durante los últimos cinco años respecto de sus colegas de otras aerolíneas, por lo que piden una equiparación. Esas condiciones han provocado una sangría de pilotos, en torno a 120 según datos del Sepla, aunque lo llamativo es que “no es que se vayan a otro sitio en concreto, sino que no quieren estar en la compañía”, según dice el jefe de la sección sindical.
Lo cierto es que Vueling ha remontado la crisis y está creciendo a un ritmo considerable y da la impresión de que la dirección de la aerolínea no se acuerda de repartir la tarta de los beneficios obtenidos con un criterio más racional, teniendo en cuenta los sacrificios habidos. Nada nuevo bajo el sol. Claro que ese esfuerzo no ha sido solo de los pilotos, que arriman el ascua a su sardina como es lógico, sino también de todo el personal que forma parte de la compañía.
Foto: Juan Carlos Díaz Lorenzo