La arquitectura de la terminal del aeropuerto de Logroño-Agoncillo hace honor a la tradición vinícola de La Rioja. Se cumplen ahora veinte años de su inauguración, el 12 de mayo de 2003. Ocupa una superficie de 4.000 metros cuadrados y resulta suficiente para el tráfico de pasajeros que recibe –algo más de veinte mil anuales antes de la pandemia y apenas 10.304 en 2022–, focalizado en políticos, empresarios y técnicos del sector vitinícola y profesiones afines, pasajeros y turistas.
Situado a 14 kilómetros al este de la capital riojana, Air Nostrum opera desde octubre de 2003 y en la actualidad lo hace con aviones CRJ-200, que son como jet privados, con una configuración de 50 asientos, en sus vuelos a Madrid, pues ha dejado de operar a Barcelona. Los intentos anteriores de otras compañías (Iberline Express, Spanair, Lagun Air, Rioja Airlines, Swiftair) fracasaron debido a costes, baja ocupación, falta de rentabilidad, dificultades financieras y otros factores.
En determinadas etapas, como en 2007, hubo vuelos a Málaga, Palma de Mallorca, Ibiza, Menorca e incluso a Tenerife, gestionada por Soltour y operado por Spanair, lo que se mantendría, con algunos cambios, en los años siguientes. En 2016, por ejemplo, hubo vuelos chárter procedentes de Lisboa, Praga y Varsovia y en 2017 a Viena, Pisa, Roma y Praga.
El aeropuerto riojano tiene su origen en la base militar de Recajo, de carácter secundario, terminada en 1928. Por entonces tenia una pista de tierra de 1.000 x 600 m. En tiempos de la II República, el 5 de febrero de 1932, cambió su nombre por el de aeródromo de Agoncillo y aunque en 1946 se abrió al tráfico aéreo civil, sin embargo hasta fechas relativamente recientes su utilización ha sido muy limitada.
En 1996 el Gobierno de La Rioja impulsó la nueva etapa del aeropuerto. El 21 de septiembre de 1998 se declaró de interés general y AENA emprendió la construcción de la nueva terminal e instalaciones anexas, con una inversión de 17,9 millones de euros, hasta su inauguración, como se cita, en mayo de 2003.
En la actualidad tiene una pista de vuelo de 2.200 x 45 m, marcación 11/29 y suele ser blanco de frecuentes críticas por su bajo nivel de ocupación, en una región con un gran atractivo en torno al mundo del vino, de lo cual damos fe. Quizás Binter podría plantearse esta alternativa, en su expansión entre Canarias y la Península. Ya saben los políticos riojanos lo que tienen que hacer.
Foto: Juan Carlos Díaz Lorenzo
1 comentario
Otro ruinoso aeropuerto de nuestra geografía.
A ver si lo cierran pronto.