La línea que bordea las dos principales cadenas montañosas de La Palma forma un arco de 270 grados, en cuyo interior se encuentra la Caldera de Taburiente, una de las depresiones más grandes del mundo y un espacio de gran belleza natural. Ocupa una superficie de 4.525 hectáreas, de las cuales 3.871 hectáreas pertenecen al Parque Nacional.
Tiene un diámetro de casi 10 kilómetros en dirección NE-SW, un perímetro de 28 kilómetros y una profundidad considerable, con escarpes verticales que casi alcanzan los 900 metros, y sus paredes acantiladas llegan hasta los 2.400 metros, es decir, que tiene unos abismos de unos 1.500 metros salvados mediante dos escarpes escalonados y casi verticales de 850 y 650 metros, respectivamente, por debajo de los cuales continúan aún hasta el fondo en taludes de más de 600 metros cubiertos por bellos pinares. Todos los barrancos que forman la red interior confluyen en el paraje denominado Dos Aguas y hacia el Oeste se abre por el barranco de Las Angustias.
Debido a su gran atractivo, la investigación sobre la Caldera en sus diferentes aspectos ha sido mucho más amplia que la dedicada al resto de La Palma. Existen pocos casos en el mundo en los que se pueda contemplar el substrato de un territorio en una secuencia de algo más de 2.400 metros de altura, con un corte casi vertical que presenta una gran diversidad de materiales y plantea numerosos problemas relacionados con su fase constructiva. Todo ello ha dado origen a diversas teorías, que han ido cambiando a medida que ha avanzado el conocimiento del planeta y la génesis de Canarias.
Inicialmente fue considerada como un gigantesco cráter de explosión, lo que hizo suponer un diámetro primitivo de unos 30 kilómetros, lo cual la convierte en el mayor del mundo. Sin embargo, estudios posteriores asignan su origen a la erosión que destruyó la cúpula que pudo existir en su lugar. Ingentes desplomes de masas, evacuados por las aguas, han configurado su extraordinario aspecto, en el que abundan los “riscos lisos”, que son claros indicadores de los desgastes producidos al ser socavados los materiales de los cimientos.
Toda la vertiente exterior aparece muy abarrancada y forma grandes cañones, como consecuencia de que los barrancos aún no han tenido tiempo para ensanchar su cauce. Los interfluvios constituyen tablados inclinados con aristas de cierta agudeza, aunque no existe homogeneidad. Abundan los conos, que afectan a la erosión y provocan variables en los cursos de los barrancos. Los circos tienen, a veces, un gran desarrollo, como es el caso de la caldera de Marcos y Cordero en el barranco del Agua y la de Siete Fuentes, en el barranco de Los Hombres.
En la vertiente oriental de la Cumbre Nueva se forman los lomos, que son ondulaciones de perfil regular, lo que indica que su formación se produjo con una cobertura vegetal y son relieves con rasgos únicos en Canarias. Desde la arista de la Cumbre se divisa la sucesión paralela de lomos y barrancos, que se hace más notable cuando descienden en altura, unos llamados lomos cortos, que terminan en espigón y otros lomos muertos, que son los que se inician mucho más abajo.
La orografía se compone de un vasto circo montañoso y volcánico, que tiene una gran rotura entre el Pico de las Ovejas y el Bejanado, conocida como La Cumbrecita, un paraje cubierto de vegetación arbórea de gran belleza, que la asemeja a la forma de un balcón desde el que se puede admirar parcialmente la Caldera. Las estribaciones del Bejenado se proyectan hacia el interior del cráter y su caída está erosionada hacia el Lomo de los Caballos, en la pared Sur de la Caldera.
Desde el Pico de las Ovejas, Pico de la Nieve, Piedra Llana o Roque de los Muchachos, la orografía de la Caldera de Taburiente permite apreciar una impresionante cadena de barrancos, que se suceden en forma de abanico hasta el barranco de las Angustias, en el que coinciden todos ellos para encauzarse hacia el mar.
La forma circular permite divisarla desde cualquiera de los picos de referencia, lo que permite admirar la extraordinaria formación geológica y el discurrir de sus aguas, que vierten desde diversos nacientes para coincidir en Dos Aguas, al pie del legendario roque Idafe, canalizadas por las Haciendas de Argual y Tazacorte para regar el valle de Aridane.
Bibliografía:
Díaz Lorenzo, Juan Carlos (2008). Los volcanes de La Palma, una aproximación histórica. Santa Cruz de Tenerife.
Fotos: José Javier Pérez Martín