He tenido que venir un temporal, con lo que ello afecta al fondeo poco protegido en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, para que una veintena de barcos se desvíen ocasionalmente al puerto de Santa Cruz de Tenerife, de modo que puedan realizar con seguridad las operaciones de suministro de combustible (bunkering) al resguardo de Anaga. Ello motiva, además, que varias barcazas con base en Las Palmas se hayan desplazado con antelación desde el puerto de Las Palmas, de modo que la espera de sus clientes sea lo menor posible.
El fondeo al resguardo de Anaga es uno de los preferidos por los capitanes de los grandes petroleros, bulkcarriers y los metaneros a los que cada vez se ven menos en Tenerife –pese a que ofrece unas garantías excepcionales– y más en el puerto de Las Palmas y ello sucede por varias razones. En Las Palmas hay una competencia importante entre petroleras, los precios del combustible deben ser más atractivos, hay mayor agilidad en los suministros y la permanente y constante estrategia comercial de la Autoridad Portuaria, que está vigilante de que no se pierda ni un solo barco.
En el caso de la Autoridad Portuaria de Tenerife, hubo un tiempo en el que se trabajó bastante y se vieron resultados provechosos. Ahí están los números, las estadísticas, los prácticos y los consignatarios que atienden a este tipo de tráficos para ratificarlo, que han visto mermados sus ingresos. Guste o no, ello se debió en buena parte al trabajo y la entrega con clara visión comercial y estratégica del entonces director José Rafael Díaz Hernández, ahora denostado y vilipendiado por quienes tratan de conservar su cargo y su puesto a dedo a toda costa.
Sepa el presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife que no es suficiente con cambiar la composición del consejo de administración, algo por otro lado necesario. Se precisan más cambios si es que realmente quiere soltar lastre y devolver el puerto tinerfeño a la posición en la que debe estar y eso depende de él. Desde luego, tenemos claro que hay que trabajar más, hay que moverse más, hay que contar con personas válidas y exentas de sectarismo que demuestren amor, entrega y generosidad por el puerto y por Tenerife; que sean capaces de reanimar y generar confianza en la comunidad portuaria de que nos encontramos ante una nueva etapa, renovada e ilusionante, después de un tiempo precioso perdido inútilmente. Carlos González Pérez tiene la oportunidad histórica de liderar ese proceso, si es que realmente esa es su voluntad.
Nada de extraño tiene, en consecuencia, que un político visionario, sagaz, realista y entregado como es el presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas de Gran Canaria, Luis Ibarra, quiera tener en su equipo de director a José Rafael Díaz Hernández. Ibarra sabe bien la ficha que juega y ha preguntado primero a quienes tienen voz y voto y la respuesta ha sido la que cabía esperar, en buena lid. Tiene guasa, por no decir otra cosa, que sus enemigos hayan contaminado a algunos sectores del PSOE haciéndole ver como un infiltrado del partido en el que cayó en desgracia después de que hubiera denunciado supuestas irregularidades que están en el juzgado. Con sus virtudes y sus defectos, José Rafael Díaz Hernández tiene muy poco de político y tiene mucho de técnico honesto, serio, trabajador, con carácter y bien formado. Guste o no.
Foto: Puertos de Tenerife