El mundo de la aviación

Cuando escaseaba la gasolina de aviación

Durante la Segunda Guerra Mundial el servicio aéreo nacional sufrió importantes alteraciones como consecuencia de la falta de combustible y de repuestos para los aviones, restricciones que estaban impuestas por los acontecimientos bélicos. En marzo de 1943, la gasolina de aviación, que había estado sujeta a racionamiento durante los dos últimos años, dejó de suministrarse por completo, lo que obligó a la suspensión de los servicios y a la paralización de la flota, a excepción de los aviones Dragón Rapide, cuyos motores consumían gasolina de automóvil, lo que únicamente permitió mantener las líneas Sevilla-Tetuán-Melilla y Santa Isabel-Bata. La línea de Canarias siguió en suspenso ante la imposición de la embajada de EE.UU. en Madrid de que los aviones de Iberia evitaran sobrevolar convoyes y buques de guerra.

En el mes de junio, después de varios días de negociaciones entre las embajadas de EE.UU. y Gran Bretaña, el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Junta de Guerra Económica y la Junta de Jefes de Estado Mayor, se llegó a un acuerdo para que se pudiera importar un cupo de 320 toneladas mensuales de gasolina de aviación.

Además de la “recomendación” de que el Gobierno español eliminaría de Iberia “todos los intereses financieros del Eje” y la haría netamente nacional en cuanto a propiedad y dirección[1], es decir, que desaparecerían los intereses que tenía Lufthansa en la compañía española, la embajada de EE.UU. impuso, entre otras condiciones, que la gasolina sería exclusivamente para los aviones de Iberia, los embarques del combustible se harían en puertos del Caribe y el personal de la embajada controlaría en todo momento la descarga, el depósito y el consumo del mismo.

El cuadro de rutas se limitaba a las líneas Madrid-Barcelona, Madrid-Lisboa y Madrid-Sevilla-Tánger-Tetuán, y también se instaba al establecimiento de una línea directa Madrid-Suiza. El 7 de agosto, las acciones que Lufthansa en Iberia, que representaban el 49 % del capital social, pasaron a la titularidad del INI –el 51 % restante estaba en manos del Ministerio del Aire– y el 17 de noviembre se formalizó, mediante decreto, la nacionalización de la compañía.

A partir de entonces se restableció el suministro de combustible, aunque todavía con algunas restricciones, lo que permitió reanudar paulatinamente los servicios. La flota de Iberia estaba formada entonces por cuatro aviones DC-2, incautados a LAPE; trece Junkers Ju-52, procedentes de Lufthansa; cinco Dragón Rapide, un Dragonfly y un Ford 4-AT-F.  De los Ju-52, varios de ellos estaban cedidos a la División Azul, el Alto Comisario de España en Marruecos y a Lufthansa.

Nota: 

[1] Viniegra Velasco, Juan. Op. cit.

Foto: Archivo de Francisco Andreu Plaza

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