La historia de Astilleros de Talleres del Noroeste (ASTANO) comienza en 1941, cuando el ingeniero naval y oficial de la Armada José María González-Llanos y Caruncho (1889-1990), adquiere, en unión de otros socios, un pequeño varadero a orillas del municipio de Fene, en la ría de Ferrol. Este será el germen del que, treinta años más tarde, se habrá convertido en uno de los astilleros más importantes de España y del mundo, especializado en la década de los años setenta en la construcción sobre grada de grandes petroleros de hasta 363.000 TPM, que se convirtieron en sonados hitos internacionales.
ASTANO nació en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Sus primeros barcos fueron buques de casco de madera y el primer contrato se firmó con la armadora Planas y Cía. S.A., de Ferrol, para la construcción del pesquero que se recibiría el nombre de “Comandante Lobo” y hacía pareja con el pesquero “Constantino Lobo”, siendo, respectivamente, las construcciones números 1 y 5 de la citada factoría.
Firmado el contrato el 15 de octubre de 1941, el 15 de noviembre del citado año se procedió a la puesta de quilla y el 25 de agosto de 1942 resbaló por la grada con el ceremonial acostumbrado. Cuatro meses después, el 10 de diciembre, se entregó a su armadora y el penúltimo día del mes de diciembre de 1943 sucedería lo mismo con su gemelo “Constantino Lobo”, cuyo contrato se había firmado el 8 de mayo de 1942.
De 124 toneladas brutas y 34 toneladas netas, medían 23 m de eslora, 5,55 m de manga y 3,66 m de puntal. Estaban propulsados por una máquina alternativa de triple expansión, que tomaba vapor de una caldera de 10 kilos de presión alimentada a carbón, siendo estos equipos suministrador por el cliente. Andaba ocho nudos, la capacidad de combustible era de 45 toneladas y el consumo por singladura de 2,4 toneladas, según se detalla en la página web fenecom.com.
En su buen saber, el distinguido amigo y especialista en asuntos pesqueros, el capitán José Pino nos explica que ambos buques trabajaron toda su vida en los caladeros cercanos desde la costa de Portugal hasta aguas de Gran Sol en verano. «Fueron muy rentables para la empresa y duraron hasta 1967, cuando el vapor había perdido efectividad ante el motor diésel para las faenas de arrastre». Ambos buques, de elegante estampa marinera, disponían de alojamiento para 13 tripulantes cada uno.
Fotos: fenecom.com