Del Cronista Oficial

Cincuenta años de las salinas de Fuencaliente de La Palma

En 1967 comenzó el proyecto de construir unas salinas en el extremo sur de La Palma, una iniciativa del empresario Fernando Hernández Villalba, que inició su andadura romántica con la ayuda del maestro salinero Luis Rodríguez, implantando el modelo de la salina típica de Lanzarote favorecido por la presencia de vientos moderados, una pluviometría escasa y un elevado número de horas de sol. Las primeras instalaciones quedaron dañadas por las cenizas del volcán Teneguía, aunque serían rehabilitadas a partir de 1972 y su producción comercializada con el nombre de “Sal marina Teneguía”.

Ornitólogos, botánicos y científicos diversos han observado con detenimiento este paisaje, que en 1994 se declaró Espacio Natural de Interés Científico (LENAC 12/1994, de 19 de diciembre). Además del valor paisajístico, se trata de un lugar privilegiado para el avistamiento de aves, en especial limícolas, algunas amenazadas y protegidas mediante convenios y otras disposiciones legales. Hasta quince especies se han contabilizado a su paso por este espacio para descansar y alimentarse, siendo apreciable, asimismo, la vegetación circundante asociada a la franja costera.

Las salinas de Fuencaliente de La Palma han ido creciendo y en el citado año, acogiéndose a uno de los programas de la UNESCO, se amplió su extensión hasta alcanzar en la actualidad una superficie de 35.000 metros cuadrados. Mediante ley 12/1987, de 19 de junio, de Declaración de Espacios Naturales de Canarias, fue declarado como parte del parque natural de Cumbre Vieja y Teneguía, y reclasificado a su actual categoría mediante ley 12/1994, de 19 de diciembre. El sitio corresponde a un área de sensibilidad ecológica en toda su extensión, a efectos de lo indicado en la ley 11/1990, de 13 de julio, de Prevención de Impacto Ecológico.

El complejo salinero forma parte de un punto de referencia dentro de las visitas naturales y paisajísticas de La Palma, en el que la sal brilla no sólo por el sol constante y el calor de la tierra, sino también después del ocaso, cuando despierta el faro que ilumina la navegación oceánica en el sur de La Palma. En el restaurante Jardín de la Sal, convertido en un establecimiento temático, se puede apreciar el proceso de producción y adquirir productos selectos, entre ellos la renombrada flor de sal.[1]

Las extraordinarias fotografías de Facundo Cabrera, fuencalentero por vía paterna, amigo leal y entrañable, de inquietudes nobles y mejor sentir como palmero ejerciente con su cámara fotográfica a cuestas en la búsqueda permanente del latido íntimo de la isla siempre amada, constituyen un fiel reflejo de cuanto decimos.

Fotos: Facundo Cabrera 

Referencia: 

[1] https://salinasdefuencaliente.es

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